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Un país es su educación
No son tiempos fáciles en España para los docentes
COMIENZA un nuevo curso escolar y no puedo evitar recordar la que fue mi profesión durante largos años y que corre por mis venas: ahora se llama, un poco de forma cursi, «transferencia del conocimiento» y de toda la vida ha sido enseñanza. Mi abuelo y mi padre fueron maestros, incluso aquel tiene desde 1950 un colegio dedicado en Hinojosa del Duque, el ‘Maestro Jurado’. De ellos, y de mis profesores, nació mi vocación. Durante 18 años ejercí la enseñanza, desde Preescolar a Bachillerato, pasando por EGB y Secundaria, en colegios e institutos de Córdoba , Peñarroya-Pueblonuevo, Castro del Río, Aguilar de la Frontera y Espejo . Me acuerdo de todos mis alumnos y compañeros. Luego tuve la fortuna de pasar a la Universidad y ser durante ocho años profesor en la Universidad Rey Juan Carlos , en la Loyola Andalucía y en la Universidad de Córdoba . Fui feliz en todos esos destinos.
La educación de un país debe ser capaz de formar personas con autoestima, autodisciplina, personalidad y criterio propio, que activen lo mejor de sí mismas con sentido cívico. Hoy, los cinco pilares de la educación son: la escuela, la Administración , los padres, la calle y la televisión/redes sociales. El esfuerzo del docente es una gotita de agua en ese mar… pero qué importantes son su entrega y su ejemplo. Hace unos años, Bernabé Tierno afirmaba en ABC : «El docente tiene que sentirse con una alta autoestima, sabiendo que él puede ejercer su profesión porque la sociedad donde se integra es consciente de la importancia que tiene, de que un país es su educación, y porque está capacitado y respaldado por la sociedad y por los poderes públicos que le confieren respeto y autoridad».
Señalaba el pedagogo el daño que provoca el cambio constante de las leyes educativas : «Cuanta menos gente crítica haya por metro cuadrado, más fácil es instalarse en el poder. Es muy peligroso tener gente que piense por sí misma». No son tiempos fáciles en España para los docentes, a los que, además, el Gobierno les exige en la práctica el aprobado general, más que valorar el mérito y la excelencia. Buena suerte .
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