Fernando III y la memoria de Córdoba

Recordemos que, cinco siglos antes, cuando las tropas del islam conquistaron Córdoba, degollaron a la guarnición visigoda tras prometer que respetarían sus vidas si se rendían. Tercera, garantizó la seguridad de la ciudad conquistando sus territorios circundantes y residiendo en ella varios años, de tal forma que nunca volvió a ser tomada por la media luna.

Cuarta, en 1241 concedió a Córdoba Fuero de Ciudad, lo que permitió su repoblación con castellanos, leoneses, gallegos y santanderinos. Quinta, dividió a la ciudad en catorce barrios o collaciones, que todavía perduran en el casco histórico, alzando un templo en cada una de ellas, más cuatro conventos, de franciscanos, dominicos, mercedarios y trinitarios . Son las iglesias fernandinas, joyas del patrimonio artístico cordobés.

Por todo ello, llama la atención el olvido histórico y la escasa valoración de los cordobeses hacia Fernando III. Ninguna estatua pública dedicada a él y solo el nombre oficial de una calle, que los cordobeses nos empeñamos en llamar de otra manera, calle de la Feria. Dos grandes, pero desapercibidos, lienzos en el Real Círculo de la Amistad y en la capilla de Santa Teresa de la Mezquita -Catedral, representando al monarca en la reconquista de Córdoba, una escultura en una hornacina de la iglesia de San Francisco y la meritoria labor de la Hermandad de la Purísima Concepción de Linares , advocación vinculada con el hecho histórico de la reconquista de Córdoba, son los únicos tributos de Córdoba a San Fernando.

Sevilla, que Fernando III tomó en 1248 tras un asedio de quince meses y con una capitulación tan generosa y modélica como la de Córdoba, lo tiene por patrón, con una estatua en la plaza principal, su nombre aparece por doquier y su día es fiesta grande. En la catedral hispalense reposan sus restos , a la sombra de una Giralda que protegió durante el asedio, amenazando con castigar a quien la dañase, musulmán o cristiano. Vecinas, rivales y hermanas, Córdoba y Sevilla muestran en el diferente trato a la memoria del gran rey, las señas de identidad de sus respectivos caracteres.