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Una deuda de honor

España debe proteger a los afganos que colaboraron de forma directa y ahora se ven en peligro por ello

Familia de refugiados afganos AP
Juan José Primo Jurado

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El mundo ha asistido atónito a la vuelta al poder de los talibanes en Afganistán , con tanta facilidad que sería cómodo sentenciar la inutilidad de la s misiones internacionales desplegadas allí los últimos veinte años. No resulta tan simple. Por lo pronto sirvieron para arrebatarle a Al Qaeda su guarida, limitar su poder y poner en fuga a Ben Laden hasta su muerte. La humanidad respira más tranquila desde entonces. Pero es innegable que el movimiento talibán ha retomado el poder, eliminando la esperanza de progreso para el país, sobre el que apunta ahora ese integrismo islamista y otro, hostil a este y más radical aún, el Estado Islámico.

Desde nuestras casas, mientras leemos crónicas que intentan explicar por qué ha pasado lo que no tenía que pasar y qué va a pasar ahora en Afganistán y en el mundo, y mientras contemplamos la disyuntiva de la progresía entre saltar de júbilo por el fracaso de Estados Unidos o defender en la calle los derechos de la mujer afgana ahora que vuelve al Medievo, nos preguntamos qué podemos hacer.

Por lo pronto reconocer el valor a los más de 16.000 militares y policías españoles que pasaron por Afganistán en cumplimiento de los compromisos internacionales de España, un centenar de los cuales no volvieron con vida. Y, también, no sentir indiferencia ante el hecho de que en una parte del mundo se ha retrocedido en derechos humanos.

España ha contraído una deuda de honor con aquellos afganos que colaboraron de forma directa con nuestra presencia y ahora se ven en peligro por ello. Nuestro país acaba de evacuar a unos dos mil afganos en calidad de refugiados políticos y, de ellos, cuatro decenas llegan a Córdoba , la provincia andaluza que más acoge. No esperemos muchos datos de sus destinos, ni de sus nombres. Son personas amenazadas y la discreción es fundamental.

Damos por sentado que el Gobierno tomará todas las garantías para su identificación y ubicación, en un asunto que debe quedar fuera del debate partidista. Confiaron en España y vienen huyendo del totalitarismo del siglo XXI : el integrismo islamista. Así de simple, así de terrible.

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