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Borrados de la historia

La izquierda española no sólo reescribe nuestra historia de los últimos años sino que ahora oculta toda esa luz que España aportó a Occidente

Busto del Gran Capitán en una exposición celebrada en Córdoba en 2015 Valerio Merino
Juan José Primo Jurado

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Tomen nota de estos nombres: Séneca, Lucano, Osio, Abderramán I, Abderramán III, Alhaken II, Almanzor , Maimónides, Leonor López de Córdoba, Beatriz de Arana, Fernando Colón, el Gran Capitán , Jiménez de Quesada, Sebastián de Belalcázar, Góngora, Juan de Mesa y Dionisio Alcalá Galiano.

Todos ellos coinciden en ser cordobeses que escribieron páginas importantes de la historia de España y, algunos incluso, universal. Son glorias que engrandecen el nombre de Córdoba cuando se pronuncia. Pues bien, ninguno de ellos aparecerá en adelante en la Historia de España de 2º de Bachillerato , la última vez en que esta asignatura es obligatoria y, por tanto, la última oportunidad que tiene la juventud española de conocer su historia. Así lo ha decidido el Ministerio de Educación, que suprime los contenidos anteriores a 1812.

Me duele especialmente por lo que afecta a mi patria chica, pero imagínense el borrado que se hace de partes fundamentales y personajes del resto de la historia de nuestro país. Mi compañero de columnas y amigo, José Calvo Poyato , lo denunciaba hace unas semanas en un brillante artículo «Luto por la Historia».

Y el escritor español Mauricio Wiesenthal , en su reciente libro 'Derecho a disentir' avisa: «El siglo XX levantó monumentos a los asesinos más miserables (Stalin, Hitler, Mao) y el siglo XXI hace algo aún peor, ya que borra la memoria de los maestros de nuestra cultura, ignorándolos y haciéndolos desaparecer, mientras nos ofrece, a cambio, mil entretenimientos necios y mil formas degradantes de vivir en el ocio o en la jubilación sin tarea, sin compromiso social y sin disciplina».

La izquierda española no sólo reescribe nuestra historia de los últimos años sino que ahora oculta toda esa luz que España aportó a Occidente y que explica de dónde venimos y quiénes somos. Luego me preguntarán porqué me gustan tanto los militares, pero es que van a terminar siendo, con los nombres de sus unidades, sus efemérides y sus tradiciones, quienes se conviertan en garantes de nuestra historia: desde los Reyes Católicos al duque de Alba, desde Lepanto a Trafalgar. Ya lo decía Spengler: «Al final a la civilización la salva un pelotón de soldados».

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