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Atentados contra el patrimonio

Más educación y conciencia. Esa es la única solución

Estado en el que ha quedado la cruz que culminaba la fuente de la Cuesta del Bailío ÁLVARO CARMONA
Juan José Primo Jurado

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En este mes, el patrimonio histórico cordobés ha sufrido dos ataques de los que se han hecho amplio eco los medios. El día 4, la muralla de la Ronda del Marrubial , construida durante la etapa almorávide, siglos XI y XII, apareció con una enorme pintada. Y el día 11 fue arrancada la cruz de hierro que coronaba la fuente existente en lo más alto de en la Cuesta del Bailío , escalinata tan genuina de Córdoba, provocando graves destrozos. Si en el primer atentado se utilizó una gran cantidad de pintura que obligará a una profunda restauración de esa parte de la muralla, en el segundo se utilizó un vehículo a motor para tirar de la cruz y derribarla . De ello se desprende que ambos casos fueron premeditados.

Junto a la condena de estos hechos y la felicitación a Urbanismo por la rapidez en ponerse manos a la obra (y al bolsillo) para reparar los daños, se imponen dos reflexiones.

Primera, desear que los autores de estos actos vandálicos sean identificados, detenidos y cumplan el castigo previsto por la ley por un delito contra el patrimonio. Y segunda, afirmar con rotundidad que estos hechos no son un problema de seguridad, sino de educación , sin descartar un sustrato ideológico, siendo el vandalismo parte de ideologías sectarias.

Solo en países con regímenes dictatoriales -y aún no hemos llegado a eso aquí- existe un régimen policial con casi tantos policías, delatores o comisarios políticos como habitantes normales. En las democracias -y aún lo somos- la buena educación, el civismo, el respeto a la cultura, la responsabilidad o la urbanidad , como se decía antes, son el primer antídoto contra estos actos de gamberrismo . Por eso, los ataques de este mes contra el patrimonio son un problema educativo.

Algo estaremos haciendo mal cuando suceden estas cosas en una ciudad cuatro veces patrimonial y que durante el siglo XX cuidó mejor su legado patrimonial que otras. Ya en 2009 y 2013, un icono de Córdoba, el Cristo de los Faroles, también fue vandalizado. Las estatuas del profesor López Neyra y del sacerdote Antonio Gómez Aguilar sufren frecuentes pintadas. Cabe preguntarse si los cordobeses son en su mayoría conscientes de la histórica y hermosa ciudad que habitan y si se sienten responsables de cuidar ese rico patrimonio que los siglos le han regalado. La respuesta me preocupa.Se trata de un problema común a muchos lugares de España. Un país donde, y los datos cada año resultan demoledores, el fracaso educativo es una realidad. Hemos creado una sociedad española sin valores y sin ideales, y por tanto anestesiada y, por ende, fácilmente manipulable. Pero aunque el problema sea de España, a mí ahora me duele y preocupa especialmente Córdoba, porque es mi ciudad y me siento orgulloso de habitarla. Algo habrá que hacer, campañas de concienciación , medidas, actos, desde las administraciones públicas y, sobre todo, desde la sociedad civil. Cualquier cosa. Por lo pronto, escribir este artículo. «Que por mí no quede», como decía Julián Marías.

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