Baltasar López - Primera Plana
La joyería y su brillante potencial
No volverá a ser la mina de oro que fue para la capital, pero puede darle a la economía interesantes vetas de desarrollo
En medio del frenesí de sacar todos los días un periódico a la calle o a sus móviles, de vez en cuando uno tiene tiempo de ponerse en su banco de trabajo y hacer orfebrería informativa, engarzando esta declaración aquí; montando encima una reflexión… Es lo que me pasó el viernes. ABC me dio la ocasión de sentarme dos horas con seis expertos relacionados con la joyería : la presidenta del sector, Milagrosa Gómez; el responsable del Parque Joyero, Rafael Ruiz; el gerente de Antonio Algar Joyeros, Antonio Algar; el profesor de Macroeconomía en la Universidad Loyola Pedro Pablo Pérez; la «número uno» de Extenda (Junta), Vanessa Bernad; y el coordinador de Comercio Exterior de la Cámara, Rafael Reyes. Un plantel de 24 quilates que moldeó un diálogo que me ayudó a comprender mejor el pasado de una actividad que en esta ciudad lo fue todo; el presente de quienes han sobrevivido a los punzones de la crisis y su futuro, con un brillante potencial.
La conversación arrancó por los deslumbrantes años setenta y ochenta en los que los joyeros colocaban sus producciones con la misma facilidad con la que hubieran vendido caramelos a la puerta de un cole, aunque con esto último hubieran ganado bastante menos y el negocio también se les hubiera complicado con el tiempo, porque hoy lo de las chuches y los niños está muy controlado. Entonces, el dinero fluía, pero no se destinó lo suficiente a inyectarlo a los cimientos de esta área de actividad. Y en lugar de un gigante industrial, se fraguó una burbuja. Ésta se fue pinchando con el «caso IVA»; se agujereó más con el cambio de hábitos de consumo de los españoles (previo a la recesión general)... y terminó de explotar con la crisis global. Con los cascotes lloviéndoles, hubo empresas que tuvieron la sangre fría de empezar a pulir su negocio de otra forma para labrarse un porvenir, pese a que la desesperanza cotizaba al alza.
Especialmente destacable fue el caso de las que salieron adelante gracias a la alianza que forjaron con el comercio exterior. Por la vía que fuera, el sector sobrevivió a su fundición y extinción. Más reducido, pero más competitivo, ha regresado del infierno con la hoja de ruta para no volver a él, como evidenciaron los seis expertos. Hubo sintonía sobre los elementos que deben conformar la aleación que les dé el éxito: más exportación -sin dejarse deslumbrar por el mercado nacional cuando vuelva a repuntar, desandando lo avanzado por el mundo-, una profesionalización creciente y mayores niveles de innovación.
Bien harían las Administraciones en apoyar más a un área de actividad que parece haber aprendido de sus errores. Porque, aunque no volverá nunca a ser la mina de oro que fue para la capital, sí le puede dar a nuestra economía interesantes vetas de desarrollo en lo que para nosotros es un metal precioso por su escasez: la industria.