Desde mi rincón
Hora de rectificar
Por pagar impuestos tenemos derecho a exigir que se haga una buena y eficaz gestión municipal
CREO que parte de la sociedad española ha renunciado a pensar. Están cómodos en su rutina y no pierden tiempo en atender razonamientos que puedan llevarle a reconocer que están equivocados. Son personas que depositan su responsabilidad democrática en determinadas televisiones o en los dirigentes del partido que siempre votaron. Eso sucede porque esos medios de comunicación están manipulados por unos dirigentes políticos que no aceptan crítica alguna, ni están abiertos a escuchar razones que descubran sus mentiras o incumplimientos. Para ellos todo lo que hacen es perfecto y no admiten ni una opinión contraria por muy razonada que sea. ¡Veamos!
Cuando llega el ecuador de la legislatura, el alcalde Bellido manifiesta que sus retos son la recuperación de la pandemia y la Base Logística. También dice que dejará una Córdoba mejor que la encontró. Oyendo estas manifestaciones debo estar equivocado al creer que las competencias de lucha contra la pandemia y sus consecuencias o la de llevar a buen puerto la Base Logística del Ejercito no corresponden al Ayuntamiento sino a otras instituciones .
Como también lo estaré al pensar que por pagar impuestos tenemos derecho a exigir que se haga una buena y eficaz gestión municipal ; que las calles y aceras estén limpias; que los menores puedan respirar en los colegios; que la burocracia no ahogue la iniciativa privada; que el rio esté decente; que no mientan; y muchas más cosas que, para los políticos, nacen del egoísmo de quienes tenemos el puñetero defecto de pensar. Reconozco que esa perfección y ausencia de error no es exclusiva de los actuales gobernantes municipales . Con esa virtud también se adornan quienes gobernaron anteriormente y ahora son oposición. ¡Todos son perfectos!
Un lector y buen amigo me aconseja no perder el tiempo con los políticos que creen que todo lo que hacen está bien. Pensar para ellos es como darle medicina a un muerto . He llegado al convencimiento que puede que haya sido tonto algún tiempo, pero no tanto para no darme cuenta. ¡Hora de rectificar!
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