Desde mi rincón

Autoridad y convivencia

Existe preocupación por los «macrobotellones», que dejan calles llenas de basura o enfrentamientos con la Policía

Imagen de aprte del «macrobotellón» que reunió este mes en la Ciudad Universitaria de Madrid a 25.000 personas ABC
José Luque

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Existe preocupación en la ciudadanía por esas juergas nocturnas llamadas « macrobotellones » que se está generalizando en España. Jaranas en las que no se respetan las normas establecidas para combatir una pandemia que todos soportamos. Juergas que terminan con calles o plazas llenas de basura , inconcebibles enfrentamientos con la Policía y, en algunos casos, robos en establecimientos y destrozos del mobiliario urbano. Es verdad que de momento ese salvajismo se circunscribe a grandes ciudades. Pero si no se pone freno , muy pronto lo padecerá toda España y consecuentemente todos los ciudadanos. Porque todos pagamos los platos rotos de ese desmadre.

No seré yo el que pida frenar las lógicas ganas de fiesta de nuestra juventud. Quienes tenemos cierta edad debemos comprender mejor que nadie los deseos de fiesta de los jóvenes. Pero eso no impide exigir a las autoridades que se cumpla la ley . Autoridades que deben tener claro que los derechos de unos terminan donde empiezan los derechos de los demás . Los derechos de unos a la propiedad privada, al uso de la lengua oficial del Estado, a la seguridad, a la salud o al descanso, no pueden ser pisoteados por ningún derecho de otros. Para eso están las normas. Y que se cumplan es responsabilidad de las autoridades políticas. Si no hay normas que regulen esas situaciones, que se legisle. Para eso pagamos a una legión de parlamentarios. Lo que no es tolerable es la pasividad de unos políticos que, por miedo a perder votos, o no legislan o no hacen lo necesario para que se cumplan las leyes.

Fue el filósofo de origen sefardí hispanoportugués Baruch Spinoza quien dijo que « ninguna sociedad puede subsistir sin autoridad , sin fuerza y, por tanto, sin leyes que moderen y controlen el ansia de placer y los impulsos desenfrenados ». Ante la realidad que percibimos, me pregunto si los españoles , puede que inconscientemente, no estaremos dando poder a quienes persiguiendo inconfesables fines permiten , cuando no fomentan, el deterioro de la convivencia en España.

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