Pasar el rato

Juanma

A uno le parece que optar a la reelección con el hipocorístico Juanma es una falta de respeto al cargo

El presidente de la Junta destaca la contribución de la Universidad de Córdoba al «progreso de la sociedad»

El presidente de la Junta de Andalucía, este lunes en un acto en Córdoba VALERIO MERINO
José Javier Amorós

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El hombre que desempeña el cargo público más importante de Andalucía quiere repetir. Y se presenta a la clientela con el hipocorístico Juanma , un nombre tierno y familiar que es una falta de respeto al cargo. Juanma podría convenirle si optara a la reelección de delegado de curso en un colegio concertado de Sevilla , o al puesto de entrenador del Lebrijano balompié. Todas las cosas tienen su momento y su lugar. Y saber acertar con el lugar y el momento es tan importante como la cosa misma. La cosa Puigdemont , por ejemplo, es un error de la naturaleza, haga lo que haga y diga lo que diga. Pero la razón por la que tuvo que esconderse en el maletero de un coche para huir a las tinieblas exteriores no fue su inutilidad natural y perseguible, sino haber elegido el lugar y el momento inadecuados para declarar la independencia más corta y más tonta de la historia. Otros tontos conviven mejor que él con sus circunstancias. Juanma, veníamos diciendo, como si el nombre de la cosa estuviera a punto de fichar por un programa de variedades de tele 5. Si los adolescentes descreídos sintieran algún entusiasmo por la política, apocoparían también el cargo, y la cosa quedaría así, en todo momento y lugar: el presi Juanma .

En este caso, el nombre haría la cosa, la «cosa para nosotros», como gustan de decir los adolescentes después de leer a Kant en el Instituto . Una cosa muy devaluada. A un hombre tan simpático no podríamos anteponerle un solemne Excmo. Sr., ni llamarlo don Juan Manuel , como al infante escritor, nieto de San Fernando y sobrino de Alfonso X El Sabio . Lo que el nombre estaría haciendo con la cosa es cargarse la cosa, la estética de la cosa.

Con la simpatía sucede como con la gracia . No se pueden forzar, porque si se fuerzan, se pierden. Aún más, destruyen lo que cada uno tenga de gracia y de simpatía en sus almacenes. Ese es el sentido que el pueblo autor del lenguaje da a las expresiones «hacerse el simpático» o «hacerse el gracioso». A uno le parece que presentarse como Juanma al puesto de presidente de la Junta de Andalucía es hacerse el simpático. Y en contra de la primera impresión, esconde una falta de respeto a los partidarios, como si fueran fáciles de engatusar con cualquier simpleza. Pero no me llames presidente, llámame Juanma . Mejor eso que llamarme colega o tronco, que serían la «cosa en sí», una cosa incompatible con la razón.

El sufrido pueblo andaluz no ha sido convocado para votar a Juanma , sino para elegir al presidente de la Junta de Andalucía. Y ese cargo exige un nivel, también estético. A juicio de uno, el sentido del humor no es la cualidad más destacada del presidente Juanma . Su misma sonrisa no acaba de romper, tiene una manera de reír melancólica, como si sonriera con el pasado. En ingenio se parece más a Núñez Feijóo que a Churchill . Cierto que el ingenio puede, en ocasiones, enmascarar la ineficacia. O hacerla más amena. Piensa uno que el actual presidente de la Junta ha hecho un buen trabajo en Andalucía , y así parecen reconocerlo las encuestas. ¿Merece ser reelegido? Muy probablemente. Pero no por llamarse Juanma .

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