Pasar el rato
Dulce hogar
Sostener que la maternidad penaliza la evolución profesional de las mujeres es de mal gusto
Las mujeres de Andalucía asumen el 98% de los permisos para cuidar hijos

El reparto de las tareas del hogar exige que previamente haya hogar . Como la gente se casa y se descasa con mucha facilidad, por respetables motivos, el reparto de papeles hogareños no siempre puede hacerse por falta de actores. Lo más estable de algunos hogares es la nevera. Dando por supuesto que Andalucía está llena de hogares andaluces, la Junta de Andalucía publica las conclusiones de la I Estrategia de Conciliación , a cargo de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación . Un conjunto de obviedades dichas con voz engolada y bien pagada. Así se evita explicar para qué sirve esa consejería, en el caso de que sirva para algo. Se trata del descubrimiento de lo que todo el mundo sabía: quién plancha la ropa, quién lava los platos, quién amamanta al recién nacido y le canta para que se duerma. Cuando todo eso lo hacen los hombres, concluye el documento, estamos ante representantes de «las nuevas masculinidades».
Pedro Sánchez , más sutil, hablaría de masculinidades sostenibles, transversales y resilientes. El estudio, la encuesta o lo que quiera que haga con su tiempo esa prescindible Consejería , coloca a un nivel parecido la limpieza de la casa y el cuidado de los niños. Y se sorprende de que sean las madres las que dedican a los niños mucho más tiempo que los padres. Y otra clase de amor, omite decir. Hay un papel que viene atribuido originariamente a la mujer, también si es ministra de Igualdad. El cuidado amoroso de los hijos más pequeños. La atención de la madre es decisiva en los primeros años de nuestra vida. Somos, en buena medida, lo que fue nuestra infancia . Y como advirtió genialmente Freud , nuestra niñez maltratada explotará en la edad adulta en forma de enfermedades mentales. De manera que no es lo mismo romper un plato que romper un niño. Ni limpiar la cocina que ocuparse de un niño.
Lo auténticamente nutritivo para un niño son los abrazos de su madre , las caricias de su madre , la íntima cercanía de su madre . Incluso en el lenguaje, que es nada menos que la estructura de nuestra inteligencia, tiene la madre un papel decisivo. No es casual que a la lengua que aprendemos de niños, y que nos marcará para siempre, se la conozca como lengua materna, lengua madre, la lengua de la madre. La madre , mucho más que el padre , está hecha de letra y de música. Sostener, como dice el estudio que hacen las mujeres andaluzas, que la maternidad penaliza su evolución profesional es de mal gusto. Y una falta de respeto a los niños, más débiles y dependientes que sus madres, y que no les pidieron venir en aquella noche gozosa. El brillante sociólogo y filósofo polaco contemporáneo, Zygmunt Bauman , sostiene que «tener hijos implica ir en contra de la propia comodidad.
La autonomía de nuestras propias preferencias se ve comprometida una y otra vez, año tras año, diariamente». Esta sentencia debería recitarse a los postres de todos los banquetes nupciales , aunque sólo sea para amargar la cópula reproductora a la gente con aspiraciones de entrar en la historia. En la historia universal de la estupidez .
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