Contramiradas

José Carlos Villarejo, Casa del Guadamecí de Córdoba: «Qurtuba buscaba la belleza por encima de todo»

La denominación de la ciudad en áraba tuvo una corte en el siglo X que inspira el deslumbrante arte sobre piel

José Carlos Villarejo, en su taller de la Casa del Guadamecí de Córdoba Álvaro Carmona

Aristóteles Moreno

Si hay un estandarte que identifique el refinamiento de la Córdoba califal , ese es, sin lugar a dudas, el guadamecí. Las pieles policromadas en dibujos geométricos inverosímiles evocan el esplendor de aquella corte andalusí que asombró a la Europa del siglo X. En la Casa Museo del Guadamecí Omeya pervive el reflejo de aquel arte deslumbrante. La dirige José Carlos Villarejo , continuador de la obra investigadora y artística de su tío Ramón García Romero, discípulo, a su vez, del gran maestro Rafael Bernier Soldevilla, que recuperó las viejas técnicas del brocado en cuero, durante siglos adormecidas. Villarejo se declara heredero de una forma única de ornamentar la piel más allá de la mera artesanía tradicional. «El Califato usa el guadamecí como símbolo de poder y posición social. Mi tío traslada esa filosofía. Me recibió como un padre y me crió en esa disciplina».

¿Y qué aporta José Carlos Villarejo al guadamecí?

Mantengo vivo el guadamecí califal como divulgador máximo. Intento que no se pierda su pureza, mejorar la técnica y mi trabajo de adaptación es continuo.

Porque los otros guadamecíes no son califales.

No. Son guadamecíes como técnica, pero no de época califal.

¿Y por qué no el cordobán?

El cordobán en época califal no existía tal como hoy lo entendemos . Se trabajaba también la piel de cabra, curtida para una utilidad como el forraje de herramientas. Nada más. Una vez que el cordobán toma mayor protagonismo como técnica decorativa, no solamente de utilidad, convive con el guadamecí y se convierte en técnica popular más fácil de realizar.

Todo lo que sabe José Carlos Villarejo (Córdoba, 1980) lo aprendió en el taller de su tío. Ramón García Romero labró una larga trayectoria artística centrada en la recuperación del guadamecí califal. Investigó sus orígenes y rescató, hasta donde la documentación disponible le permitió, las viejas técnicas del brocado islámico del cuero. A la muerte de Bernier Soldevilla , cogió el testigo dejado por el maestro y se instaló en un taller de la calle Velázquez Bosco, a un suspiro de la Mezquita de Córdoba. Allí forjó su talento artístico y relanzó al mundo una técnica casi perdida genuinamente cordobesa. Por su taller pasaron los Reyes de España , el Dalai Lama, jeques árabes y personalidades de la cultura. En 2006, la Casa Museo abrió sus puertas en el corazón de la Judería. Y aquí sigue, 13 años después, divulgando un arte único e irrepetible.

¿El arte tradicional es más arte?

Está por explorar todavía . El arte tradicional está dando cada salto que me da miedo que pierda su esencia.

Y lo suyo es más arte que artesanía.

Sí. Las figuraciones que empleo en el guadamecí son totalmente de creación. Es creatividad pura y dura, inspirada en una etapa concreta.

¿El guadamecí ha vuelto para quedarse?

Por supuesto. No solamente como testigo en el Museo .

¿Cuál es el secreto del cuero policromado?

Secreto no hay ninguno. La única diferenciación que se puede aportar a una pieza es tu propia alma . Es una experimentación continua, mejorar día a día y tomarte en serio tu trabajo. Eso te diferencia del resto.

¿Solo de guadamecí vive José Carlos Villarejo?

Hoy día sí.

¿Cuántas piezas salen de su taller cada año?

Eso es muy complicado. Lo mismo vendo una sola . Hay épocas en que se vende más y otras menos.

José Carlos Villarejo, en la Casa Museo del Guadamecí Álvaro Carmona

El origen etimológico del vocablo guadamecí está sujeto a una vieja controversia filológica. Mientras algunos estudiosos mantienen que se trata de la conjunción de dos términos árabes («wad» y «masir»), que vendría a significar «cubierta vegetal de vivos colores», otros arabistas entienden que es un gentilicio de Gadamés , la ciudad norteafricana de Libia . Esta segunda opción, según parece, cuenta con un mayor número de adhesiones entre los investigadores. Aunque originaria de la urbe magrebí, la técnica habría alcanzado su máximo fulgor en la época del Califato omeya de Córdoba como signo de lujo y refinamiento artístico. Tras la caída de Al Andalus, el guadamecí perdió su pujanza y reapareció posteriormente en el siglo XV pero ya sin la suntuosidad que lo caracterizó en la etapa califal. Es ahora, de la mano de la Casa Museo , cuando vuelve a recuperar su antigua filosofía, según explica José Carlos Villarejo.

Los establecimientos de cordobanes y guadamecíes han recobrado nuevo brío en los últimos años espoleados por el repunte turístico.

¿Qué busca el turista en Córdoba?

Se está despertando un nuevo turismo especializado en cultura y no tan masivo como hace 30 años. Hay un turismo que ya conoce el Museo y viene a enamorarse de Córdoba. Esta es una ciudad mágica. Agradecen lo cómoda que es para visitar y lo bien que tratamos los cordobeses al turismo.

¿Por qué fascina tanto la Córdoba omeya?

Porque es única. Qurtuba era la idealización de la belleza por encima de todo, en arquitectura como en cualquier expresión artística. La Córdoba omeya ofrecía un mundo mágico, donde se respiraba la cultura, la investigación, las mejoras urbanísticas. Y, por encima de todo, su refinamiento y su exquisitez. Ese aroma se ha conservado. Y es la mejor forma de vender Córdoba. Esa es la clave para atraer un turista que consume un producto cultural potente.

¿El turismo ha tocado techo?

No. Estamos empezando. La transformación de Córdoba ha sido brutal, no solo por los establecimientos que se han ido especializando , sino por la forma de entender y vender el patrimonio cultural. Es una apuesta de futuro. El turismo de Córdoba poco a poco dejará de ser masivo y se convertirá en un turismo de calidad.

¿Qué le pide al concejal del ramo?

Que conozca su ciudad. Este nuevo Gobierno es más cercano . No lo hemos tenido muy fácil con otros gobiernos. Este está teniendo esa apertura y lo agradecemos muchísimo.

¿La artesanía tiene precio?

Claro. Todo va dirigido a un mercado y público objetivos . El mercado artístico es quien regula tu caché o la valoración de la pieza. Todo tiene un precio. Otra cosa es que no quieras vender tu obra, que es diferente.

A usted le duele desprenderse de sus obras.

Mucho. Hay que vender para poder vivir , pero es cierto que hay obras que me arrepiento haber vendido.

¿El bazar chino se merendará el arte local?

No. El público ya no es masivo. El bazar tiene su público y los talleres artesanales el suyo. El consumidor sabe diferenciar un producto artesanal de otro de carácter global. Otra cosa es que quiera pagar lo que el mercado exige.

Por cierto, fue usted profeta del cuero cordobés en el Golfo Pérsico.

Sí, fue mi primera incursión de forma seria en el mercado artístico de Oriente Medio . Una experiencia magnífica. En el Festival de Arte Islámico de los Emiratos han sido convocados artistas de nivel internacional. Desde estadounidenses a saudíes, japoneses o australianos. De muchas nacionalidades. Y dirigido a un mercado contemporáneo. Mi propuesta les encantó . El acercamiento que desea Emiratos tener con España es tan grande que lo han vivido a través de los guadamecíes.

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