Entrevista
José Campos: «Pablo García Baena mostraba su Belén a todos los artistas de Córdobaque le visitaban»
En su pregón navideño habló del fallecido como el que mejor conoció, entendió y defendió los valores de su amada Córdoba
José Campos , Pepe para sus más íntimos allegados, fue ayer el encargado de recordar en su pregón de Navidad, la especial unión que sentía con esta fiesta el desaparecido poeta cordobés Pablo García Baena , cuyo Belén particular va a estar expuesto a lo largo de esta fiestas en Bodegas Campos .
-¿Qué receta se requiere para elaborar un buen pregón navideño?
-No soy experto. Ha sido mi primera vez. Me llegó a angustiar porque ni soy pregonero ni hombre literato. El motivo de mi «sí» es que lo pidieron con tanto cariño Rafael Ramos e Inmaculada Luque, de la Asociación de Belenistas, cuya labor admiro muchísimo, que no pude negarme. Es un honor, pero veía que me superaba. Por eso lo he dedicado a un cordobés muy amante de la ciudad y de la Navidad y que echamos mucho de menos, porque se nos fue hace un año. Lo titulé «Ritual de Navidad. Recuerdos de Pablo García Baena».
-¿Cómo ha preferido plantear esa relación?
-Pablo es la persona que mejor ha conocido a Córdoba, que mejor la ha entendido y que mejor ha defendido a capa y espada y bravamente sus valores. Ha sido una relación de tanta amistad y tanto cariño que surgen un montón de vivencias en torno a la Navidad junto a él. Todas ellas muy enriquecedoras, porque todo lo que transmitía era enseñanza y lección de sencillez y amor a las tradiciones y la cultura popular. De esa pasión suya nació la Fundación Bodegas Campos, donde tuve el lujo de contar con su asesoramiento desde 2003.
-¿Cuál es la anécdota que se le ha quedado más grabada?
-Era tal el cariño que teníamos nuestro tío Paco, mi hermano Javier y yo por él que todos los años el día de Navidad íbamos a verle. Pero el pasado año, mi tío estaba tan malo que nos pasamos por su casa en Nochebuena. Fuimos los únicos que vimos su Belén, porque ese mismo día Pablo se puso malo que se fue al hospital y la foto que nos hicimos con él ese día con su Belén fue la última que se hizo de Pablo. Hasta ese punto estábamos unidos con su Navidad.
-¿Habla de su Belén como si fuera especial?
-Bueno. Desde que se vino en 2003 ha tenido a sus sobrinas Encarni y María Dolores que le ayudaban con las cajas mientras él, con 80 y 90 años, se subía a la escalera para montarlo. Nunca tiró absolutamente nada, ni las ramas de buganvilla que le traía su sobrino Antonio, su sobrina nieta María Dolores o Antonio Castello, hermano mayor del Remedio de Ánimas, y guardaba de un año para otro, justo lo contrario del despendole consumista espantoso de ahora. Él enseñaba su Belén a todos los poetas y artistas cordobeses y malagueños que le iban a ver.
-¿Cómo vivía él la Navidad?
-Con mucha ilusión. Empezaba con sus sobrinas en la Inmaculada a montarlo y la vivía con mucha intensidad hasta el día de la Candelaria que lo desmontaba, como ha sido siempre tradición.