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DESDE SIMBLIA

El poder de la naturaleza

La hierba brotando en plena ciudad debería mover a la reflexión sobre cómo podemos preservar el planeta

La hierba alta de la plaza de Capuchinos VALERIO MERINO
José Calvo Poyato

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UN contemporáneo de la mortífera epidemia que asoló Sevilla a mediados del siglo XVII, concretamente en el año 1648 y que provocó, en tan solamente cinco meses, sesenta mil muertos —prácticamente la mitad de su población que entonces tenía la ciudad andaluza—, señalaba que ... en algunas calles de la ciudad había vuelto a crecer la hierba. Era la prueba evidente de que nadie transitaba por ellas. Las calles de aquella Sevilla eran terrizas, que se convertían en lodazales con las lluvias de invierno y en pistas polvorientas en las largas sequías de los veranos. Esa, pensábamos era la razón, amén de que no había personas que caminaran por ellas, de que la hierba hubiera crecido de nuevo.

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