Cultura

Javier Pedrajas, el arquitecto que conquistó la cima del arte rococó cordobés

Hace ahora 250 años arrancó el proyecto del sagrario de la iglesia de la Asunción de Priego de Córdoba

Otros ejemplos los hay en retablos de Cabra y Carcabuey o el coro de la iglesia del Soterraño de Aguilar

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Vista general del sagrario de la Asunción de Priego de Córdoba ABC

Félix Ruiz Cardador

El año 1772 fue morzartiano, pues Wolfgang Amadeus Mozart , con apenas 16 años, estrenó en su ciudad natal de Salzburgo ‘El sueño de Escipión’ y en Milán su ‘Lucio Sila’. También fue un año con ecos poéticos, ya que en el mes de octubre nació S amuel Taylor Coleridg e, uno de los padres del romanticismo británico y uno de los escritores que más influyeron en la literatura posterior.

Mientras eso ocurría en Europa, en Córdoba, y más concretamente en la ciudad de Priego , una estirpe fabulosa de arquitectos y de artistas iban construyendo sin saberlo lo que acabaría por llamarse, según los historiadores contemporáneos, como la Escuela de Priego , o de la Subbética .

Fue de hecho 1772 un año de notable importancia, pues durante el mismo comenzó a construirse el sagrario de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Priego, una de las obras maestras de esta escuela arquitectónica y declarada Monumento Nacional hace casi un siglo, en los primeros compases de la efímera II República.

Fastuoso, el sagrario está considerado como una de las grandes joyas de la arquitectura española de esa centuria y como una de las cimas del rococó, estilo de origen francés que apostaba por una decoración profusa y que hoy sería anatema para los minimalistas contemporáneos.

«Es el artista del rococó de más personalidad en España, comparable a Viena y Munich»

El diseño de esta obra, que está considerada como una de las más bellas de la provincia de Córdoba en lo que se refiere a arte religioso, correspondió a uno de los nombres menos conocidos de la Escuela: el arquitecto y retablista prieguense Francisco Javier Pedrajas .

Aunque su nombre brille menos que el del fundador de esta corriente, el gran arquitecto lucentino afincado en Priego Francisco Hurtado Izquierdo , Pedrajas dejó con este proyecto su nombre escrito en la historia del arte español. Los trabajos, que el autor comenzó cuando aún no había cumplido la cuarentena, se extendieron hasta mediada la década siguiente y coincidieron en el tiempo, como ha explicado la profesora de la UCO y especialista en la Escuela de Priego María de los Ángeles Raya , con su mejor periodo creativo.

Entrada a la iglesia del Soterraño de Aguilar de la Frontera ABC

De esos años son también el retablo para la Capilla del Cristo de la Caridad de la vecina Cabra y el de Nuestra Señora Mayor del Castillo de Carcabuey , al igual que el coro de la iglesia del Soterraño de Aguilar de la Frontera.

Estos proyectos de primera madurez mostraban la evolución de un creador que, según escribe la propia Raya, «nació en un momento de gran esplendor para la villa de Priego, ya que se iniciaba la gran remodelación barroca de la ciudad». Sus padres fueron José Pedrajas y Manuela Peralta y, como explica la especialista, «su infancia se desarrolló en un ambiente propicio para las artes, pues estaba ligeramente emparentado con José y Domingo Álvarez, prestigiosos maestros de obras con los que iba a mantener una estrecha relación familiar».

A la influencia de ambos, Raya también suma de la su contemporáneo Juan de Dios Santaella , otro arquitecto prieguense adscrito a esta Escuela y que también trabajó a lo largo del siglo XVIII, dejando obras notables en numerosos municipios de la comarca y en Sevilla.

Junto a estas influencias, se sabe que Pedrajas fue un hombre atento a lo que se hacía en esos momentos fuera de España, pues en el documento de dote de su matrimonio aparecen reflejados tres cuadernos de dibujos extranjeros , por lo que no extraña que se sintiese atraído por el rococó que había vivido su momento cenital en Francia.

Su cuna artística en Priego, gracias al dinamismo económico de la seda y el campo

Otro capítulo esencial en su periodo formativo fue el viaje que hizo a Granada con algo más de 20 años. Allí se empapó del barroco granadino y también se vio influido por algunos elementos de la arquitectura andalusí , que luego adaptaría en su proyectos personales.

Obra maestra

Con ese bagaje y experiencias recibió el encargo hace 250 años del sagrario de la iglesia prieguense de la Asunción . La parroquia se había comenzado a construir dos centurias antes, en el siglo XVI y bajo reinado del emperador Carlos I. En el siglo XVII había ido creciendo con nueva s capillas laterales , mientras que el XVIII sería el momento de afrontar el nuevo y espectacular sagrario.

Según se explica en la ficha del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), «en el mismo lugar del actual sagrario existía desde el XVI una capilla sacramental». Con el paso de los años se quedó pequeña y «se planteó la necesidad de hacer una capilla más extensa y adecuada , autorizándolo el Gobernador de la Abadía de Alcalá la Real en 1772».

Como la parroquia no poseía suficiente terreno se acudió al Cabildo, para que autorizase el aprovechamiento una callejuela adjunta. Este asunto se resolvió favorablemente al darse la licencia necesaria en el cabildo. A partir de aquí comenzaron las obras de este sobresaliente sagrario , cuya planta es un octógono rodeado de paso inferior con una tribuna que está rematada con una impresionante cúpula gallonada . Perforada en su base por ocho amplios ventanales, de ellos desciende la luz a todo el conjunto.

Tras esta intervención y esa década intensa en la que también intervino en Cabra o en Aguilar, Pedrajas realizó en la década siguiente un importante viaje a la cartuja de El Paular de Rascafría , en Madrid, donde trabajó en la pavimentación. Más tarde regresó a su tierra natal y allí vivió las siguientes décadas dedicado a nuevos proyectos como la Ermita de Nuestra Señora de las Mercedes de Priego y en la parroquia de la Asunción y los Ángeles de Cabra .

Decadencia

Ese periodo final, como explica la profesora Raya, fue de penumbra. Raya los describe del siguiente modo: «Los últimos años de su vida no fueron tan brillantes ni fructíferos como los años anteriores, pues poco a poco su prestigio fue decayendo y fue relegado a un segundo plano, llamando a maestros foráneos para que realizaran las obras e incluso terminaran las que él había comenzado».

Todo ello contribuyó, según la especialista, a que sus días postreros fueran «muy difíciles» y su situación económica muy precaria, estado que se manifiesta en su testamento redactado el 26 de mayo de 1811. Allí se dice que sólo tiene en ese momento de su vida «la corta ropa de mi uso y poner, unas pocas herramientas del arte de tallista que he profesado y una porción de libros de varias obras».

Monasterio del Paular, en Rascafría (Madrid), en el que colaboró ABC

Francisco Javier Pedrajas murió octogenario en octubre de 1817, por lo que llegó a vivir la invasión francesa de España . José Valverde Madrid, el añorado historiador del arte y notario fallecido en 2003 y que tanto hizo por rescatar a muchas figuras destacadas del pasado artístico cordobés, escribía lo siguiente sobre Pedrajas en un Boletín de la Real Academia de Córdoba: «Pedrajas es el artista del rococó de más personalidad que había en España y su arte sólo tiene comparación con las iglesias de Viena y Munich. Sus sillerías son magníficas, sus sagrarios únicos, sus portadas maravillosas. No se merece, ciertamente, estar tan olvidado nuestro paisano Francisco Javier Pedrajas».

También hablaba Valverde de la dureza de esos últimos años del arquitecto, en los que, ya enfermo, fue viendo como el patrimonio acumulado por él y su esposa se esfumaba entre las dotes de sus hijas y los gastos corrientes del día a día.

Discípulo final

El texto también alude al legado que dejó Pedrajas en la figura de uno de sus ayudantes, el escultor neoclásico prieguense J osé Álvarez Cubero , treinta años más joven que él y que llegó a ser artista de cámara real con Carlos IV y Fernando VII y figura destacada en diversos periodos de su vida en dos ejes del arte de la época: París y Roma. Obras de este artista se pueden ver en el Museo del Prado o en la Real Academia de San Fernando, de la que fue profesor, y son por ello un hilo conductor del maestrazgo de Francisco Javier Pedrajas con los grandes movimientos artistas cosmopolitas coetáneos.

Visto hoy, aún parece impensable que desde una ciudad como Priego de Córdoba, situada en las estribaciones de la Subbética y que al principio del siglo XVII no llegaba a los 10.000 habitantes en el total de su término con las aldeas incluidas, se expandiese un brillo arquitectónico y artístico tan poderoso e inspirador.

La exitosa producción de tafetanes de seda , unida a las buenas cosechas en el ámbito agrario, fueron las claves de un dinamismo económico que hicieron de la centuria el siglo dorado prieguense y la clave de su población se doblase en apenas unas décadas.

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