OPINIÓN

Jardines de izquierdas

Los casos del Cine Andalucía y del Parque de Levante sonaban muy bien sobre el papel

Obras en el Parque de Levante VALERIO MERINO

Rafael Ruiz

El gobierno municipal de Córdoba ha anunciado esta semana que rehará las obras del espacio del cine Andalucía y ha licitado -con muchísimas cautelas- el proyecto central del parque de Levante , creados ambos por Izquierda Unida durante sus últimos cuatro años en la Gerencia de Urbanismo. Con las diferencias debidas, ambos proyectos cuentan con una inspiración política que va mucho más allá de la simple intervención urbanística. Uno se ha encontrado de bruces con el problema de la realidad . El segundo va camino de ello.

En ambos supuestos, el equipo de Urbanismo había inspirado proyectos basados en maximizar el uso social con la menor inversión de recursos. Otro mundo es posible y tal. El cine Andalucía no es un espacio pensado para un parque sino para un aparcamiento colectivo y un equipamiento social. La idea era que mientras eso llegase, que pueden ser muchos años, se colocase algo que no costase mucho dinero pero que permitiese un uso de relación. Una superficie transitable, un suelo ligero que pueda retirarse en cualquier momento, unos banquitos. Una herramienta, dijeron, de lucha contra la gentrificación del Casco en una clara confusión de culo y témporas.

En el caso del Parque de Levante , se abogó por no hacer una zona verde tradicional con setos, columpios, fuentes, caminos interiores y esas cosillas. La solución se llama «naturación» (sic) y consiste en una gran espacio con un camino central y la plantación de un millar de árboles de distintas especies autóctonas para que la zona sea, si todo sale como está planeado, una dehesa. La teoría sostiene que la intervención devolverá al campo lo que es del campo a bajo coste. La realidad del proyecto es que no contempla iluminación en la mayor parte de la superficie (150.000 metros cuadrados), no dispone de equipamientos de apoyo (salvo unos huertos comunitarios ) ni herramientas de control social como un simple bar .

El cine Andalucía y el parque de Levante han de verse como parte de un todo. De hecho, el uno es una experiencia a escala de lo que va a pasar con el otro. Todo lo que parece una idea estupenda en la teoría, digna de premio, no siempre tiene el respaldo de la realidad. La gente, al final, tiene costumbres verdaderamente curiosas como no utilizar los espacios que no cuentan con la debida protección ante los golpes de calor. Tampoco suele querer acceder a sitios donde caminar es complicado y mucho menos si se padecen problemas de movilidad. Los lugares que no tienen la iluminación adecuada suelen acabar como sitios estupendos para actividades no controladas y la sensación de inseguridad es tóxica para un uso racional de las dotaciones públicas. Si no se habilitan rutas para el acceso cómodo de los servicios de limpieza, la posibilidad de que un parque ubicado en la periferia acabe siendo un basurero incontrolado es una opción perfectamente posible. Y sin asientos suele ser difícil sentarse.

Los vecinos de la zona de San Pedro llevan algún tiempo planteando demandas perfectamente lógicas sobre algo que ha costado -mucho o poco- dinero público. Tiempo al tiempo y los de Fátima acabarán con la misma cuestión. Cierto que sonaba estupendo en la teoría, que el papel aguanta muchas de las mejores intenciones. Y que, con toda seguridad, estuvo inspirado por ideas nobles de relación con la ciudad y con la naturaleza. Una lección relevante puede ser que, al final, el pueblo canta lo que le sale de las narices y que la tesis de que hay parques de izquierdas y jardines de derechas es un soberano pegolete .

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