Natividad Gavira - Puerta giratoria
El invierno que hiela
El frío tiene una factura distinta para quien no puede pagarla
En la concienciación sobre el ahorro energético , algunos nos hemos pasado de frenada y en un acto de rebeldía ajustamos nuestro consumo al horario más económico, con el añadido de resultar ejemplarizantes a los de casa y con la certeza de que no redundará en menos gasto, pero hay que intentarlo. Hemos celebrado la libertad de este desdén teniendo como recurso nuestro único acto de voluntad. Pongo la calefacción, no la pongo. A menos grados, y, así, las eléctricas tiritan. Mantenemos conversaciones sobre la factura venidera con una inconsciente suficiencia, pero a penas miramos alrededor éste no es motivo de charla, sino de angustia verdadera. El frío limita y anquilosa, aunque su acción para muchos de nosotros está controlada.
En Córdoba este frío tiene una factura distinta , la que arrasa con la dignidad de personas que se consideran pobres y no lo dicen, se saben necesitados y no lo cuentan. Es la pobreza mayor, soportar la inclemencia en soledad, sin poder compartirla, sin pedir ayuda por vergüenza. Es lo que técnicamente se llama pobreza vergonzante, aquella que quiere pasar desapercibida porque no la delata ni el aspecto, ni la vivienda, ni el entorno de quien la sufre. Esta pobreza no es permeable a las medidas extraordinarias del Ayuntamiento, eso los dejaría en evidencia. Son gente que antes tuvo normalizada su vida, quizás autónomos con pequeños establecimientos a su cargo, empleados que quedaron en paro a edad tardía o personas solas tras tener que dejar sus casas tras una fractura familiar. Un revés de la vida los sitúo frente a la precariedad absoluta pero su empeño construyó un muro de necesidades falsamente cubiertas que ni siquiera los más allegados son capaces de detectar.
Es así como viven algunos cordobeses, invisibles a las cifras de la exclusión social . Vecinos que caminan por cualquier barrio de la ciudad sin los atributos de la pobreza visible, los que no han recurrido a los servicios sociales del Ayuntamiento y otros que no han tenido más remedio que acudir a Cáritas que entendió esta conducta reservada y decidió llevar hasta estos domicilios alimentos y ropa sin poner en evidencia la situación. Hace muy poco tiempo esta situación se multiplicó para familias enteras. Hoy siguen existiendo, el frío ha agudizado todas las carencias aunque parezca que la crisis punzante está pasando de largo.
El invierno puede llegar a ser una amenaza de inestabilidad para muchos cordobeses. Antes de que quedaran archivados como sufrientes de la pobreza energética , sus vidas ya estaban agazapadas bajo la ambigüedad de una apariencia. Trasladarse a este fragmento del mosaico que representa las formas de pobreza es comenzar a ver con profundidad todas su capas, donde no llegan presupuestos ni programas extraordinarios, es el lugar donde se puede ahondar cuando la persona se observa en toda su complejidad y los recursos consiguen atravesar la puerta de la intimidad sin hacer ruido.