CIENCIA
Investigadores de la Universidad de Córdoba | Rosario Moyano: Ciencia para la total seguridad alimentaria
El grupo de científicos que lidera trabajan en la toxicidad del Bisfenol A, uno de los principales componentes del plástico
La r elación de María Rosario Moyano con el Departamento de Anatomía y Anatomía Patológica Comparadas de la Facultad de Veterinaria de la UCO , de la que hoy es decana, comenzó incluso antes de que concluyese la licenciatura . «Empecé realizando lo que antes era la tesina de licenciatura, y luego el doctorado, y fue en ese momento cuando nació esta vocación y me incorporé en las tareas de investigación», explica. Mas tarde, concurrió a una plaza de profesor ayudante en el área de Toxicología en el Departamento de Farmacología y Toxicología, donde siguió formándose y compaginando su labor investigadora con las tareas docentes y asistenciales.
El grupo de investigación que lidera , llamado Toxicología Veterinaria AGR-215 , es un grupo adscrito al Campus de Excelencia CeiA3 . Esta formado por seis miembros que llevan una amplia trayectoria en la evaluación de la seguridad alimentaria y medioambiental ara lo que utilizan, según explica la profesora, «distintos biomodelos, ensayos in vivo y las técnicas y metodologías relacionadas». Los comienzos, recuerda, no fueron fáciles hasta que se pudo formar un grupo competitivo para emprender diversas líneas de investigación , algo que se consigue «teniendo investigadores preparados e implicados». También, según señala, ha sido fundamental «tener un grupo multidiscipliar y colaboraciones con otros grupos competitivos».
Una de las líneas más importantes que desarrollan es la relacionada con la evaluación de la toxicidad del Bisfenol A (BPA), en la que trabajan desde hace años y que ha generado tesis doctorales , numerosos artículos en revistas de prestigio como la «Food and Chemical Toxicology» o «Ecotoxicology and Environmental Safety» y diversas aportaciones a congresos. El BPA es uno de los principales componentes del plástico , que ha adquirido una especial relevancia en las últimas décadas «debido a sus efectos sobre la salud de la población humana y animal, ya que puede actuar como disruptor endocrino», explica Moyano. Es utilizado en la fabricación de envases de alimentos siendo un contaminante alimentario. Los plásticos producidos con BPA también tienen otras aplicaciones como son la fabricación de botellas, papel térmico o juguetes.
Los problemas de contaminación alimentaria y ambiental que genera hace que la población se encuentre expuesta de forma inadvertida y continuada a este compuesto lo que supone un elevado peligro para la salud, especialmente en la población de riesgo como pueden ser las embarazas, neonatos y población infantil. La exposición al BPA está asociada a la diabetes, la obesidad, la infertilidad, alteraciones en el desarrollo, el cáncer de mama o de próstata, los problemas cardiovasculares, las alteraciones en el desarrollo neurológico y cerebral y a los trastornos del comportamiento. «Esto explica la inquietud política y social por la regulación y control de los disruptores endocrinos y concretamente por el BPA», explica la investigadora.
Su trabajo se ha centrado en la evaluación de los efectos del BPA como disruptor utilizando roedores y pez cebra como biomodelos experimentales . «Hemos aportado importantes datos sobre la implicación del BPA en la fertilidad tanto de hembras como de machos, y actualmente se están llevando estudios multigeneracionales», explica. Colaboran en una línea relacionada con la toxicidad de los contaminantes microcistinas y cianotoxinas, utilizando métodos in vivo de evaluación de toxicidad y de prevención de los riesgos tóxicos derivados.
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