RAFAEL GONZÁLEZ - LA CERA QUE ARDE
Intoxicado
El problema de estar intoxicado es que piensas cosas raras. Muy raras
Tiendo a la intoxicación fácil: una mayonesa, unos cubitos de hielo con bacterias fecales o un telediario me pueden producir exantemas, fiebre alta e incluso dolor bajo en el vientre. Soy delicado aún siendo un muchacho de barrio . Un defecto de la selección natural de las especies. Un tipo raro.
En días como estos procuro tener más cuidado con todo aquello que me pueda hacer mella en el organismo. Miro de soslayo las redes sociales no me vaya a apuntar a la Legión o me dé por adoctrinar con insultos en la tolerancia y el multiculturalismo. Los domingos abro este periódico para buscar el último apunte que me ayude a escribir esto que hago y, aunque generalmente siempre hay datos y miradas interesantes sobre temas y asuntos tan nuestros, otras -actualidad obliga- se llena de luto y dolor.
Me he encontrado, sin ir más lejos, un réquiem por el tejido industrial cordobés que ayer se publicaba con riqueza tipográfica y mucho fondo. Y me da el mareo. Porque no solo se ha vuelto canijo el tejido en la última década, sino porque mi cabecita intoxicada enseguida se pone a pensar en los turistas como único flujo de ingresos y en las políticas que vienen para aburrirlos . O en el miedo que las furgonetas asesinas provocan, dicho esto con todo el respeto hacia las furgonetas porque no todos los monovolúmenes son iguales y tal cual.
Mi tradicional lata de berberechos, la que me acompaña en la lectura, debe estar pasada de fecha o los moluscos son chinos, porque comienzo a tener visiones y cosas. Me ha dado por pensar que igual los turistas que vienen a ver la Mezquita Catedral toman más precauciones además de las que ya adoptan a su alrededor las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado . Y lo digo porque desde hace tiempo, como sabemos, algunos de nuestros responsables políticos y su tribu de intelectuales han puesto al monumento como reclamo para la reivindicación, pero también,colateralmente, para los conductores malos de furgonetas . Y no me veo con todo alrededor lleno de macetones disuasorios porque eso, además, puede crear otra crisis incluso superior a la de los veladores mensurados.
Así que posiblemente sea bueno para todos dejar según qué altavoces y vindicaciones no vaya a ser que hagan de al- adhan chungo para esas furgonetas que sin ser como la mayoría de la furgonetas causan estragos. Y lo raro es que nadie haya avisado de ello en estos días extraños y oscuros.
Colijo pues, que la reflexión es producto del yogur que he tomado de postre, que tiene bífidus con pelagra. El problema de estar intoxicado es que piensas cosas raras. Muy raras.