DESDE MI RINCÓN
Inteligencia, justicia y buenas maneras
«La Hacienda Pública se ha convertido en agente de la razón de Estado. Una razón que descansa sobre la recaudación»
Acudo frecuentemente a lo aprendido de pequeño para orientarme de mayor. La lectura de las fábulas tuvo importancia en mi formación. De ellas traigo a la memoria «El buen rey león», de Esopo, para hablar de un tema que interesa.
Se cuenta que había un león pacífico, amable y justo que llegó a ser rey. Con su ejemplo hizo que los animales se respetaran unos a otros y cumplieran rigurosamente la ley de la selva. Fue la liebre la que dijo: «He anhelado ardorosamente este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes». Moraleja: Cuando un Estado practica la justicia y las buenas maneras, los más débiles viven más tranquilos.
Recientemente, una treintena de catedráticos y profesores de Derecho Tributario firmaron e hicieron pública la llamada «Declaración de Granada» . Un amplio y documentado trabajo que recuerda las lindes que marca el artículo 31 de la Constitución y que deben respetar quienes rigen la gobernación de la Hacienda Pública . También muestran y justifican la realidad de la Hacienda Pública española en 2018. No es lugar ni momento para exponer con amplitud las razones en las que basan su opinión.
Pero puedo afirmar que el resultado es preocupante. Basta con exponer las palabras con las que finalizan apara comprender lo que digo. «La Hacienda Pública se ha convertido en agente de la razón de Estado. Una razón que descansa sobre un solo pilar cual es la recaudación. En el margen del camino ha quedado el imperio de la Ley; más tarde la seguridad jurídica y unos metro más allá las garantías y derechos del contribuyente...».
Poco se ha hablado de este tema en los medios de comunicación. Y es sabido que lo que no se muestra no existe. Pues permítanme decir que por mucho que se empeñen nuestros responsables políticos en ocultar esa realidad, el manifiesto existe y si no se pone remedio urgente a esa realidad, más temprano que tarde nos va a estallar a todos donde más duele cualquier explosión. No hay razón alguna en democracia para saltarse a piola o dañar gravemente principios tan importantes como el de «legalidad», «igualdad», «seguridad jurídica», «solidaridad» o «justicia financiera». Y que nadie crea que no soy partidario de combatir lo más eficazmente posible el fraude fiscal.
Pero hay que hacerlo dentro de la más estricta legalidad y, sobre todo, procurando los menores costes morales y económicos a los contribuyentes. ¡Métodos hay! Lo que hay que tener es voluntad e ideas. Puede que sea esto lo que está faltando en España. Cuando los responsables políticos pongan inteligencia, buenas maneras y justicia como método de trabajo, las leyes se cumplirán con mayor rigor y viviremos más seguros y tranquilos. A fin de cuentas, todos seremos más felices. ¡Eso esperamos de quienes gobiernan¡