La cera que arde
Inmutabilidad
Uno no sabe si se encuentra ante un «fartusco» hasta que no despeja sus dudas cuando publica un libro
Sale uno de paseo por las calles cordobesas en este fin de semana y es que como si el tiempo no hubiera pasado. Los puestos de caracoles han llegado de nuevo pero, si nos detenemos en nuestro paseo, tiene uno la sensación de que en realidad, nunca los quitaron. No ha ocurrido nada destacable entre temporada y temporada. Hasta los mismos niños corretean en La Magdalena o el Zumbacón . A mí me ocurre que a veces veo a padres con hijos que en teoría deberían estar tan grandes como los míos pero siguen con ellos pequeños, en las mismas puertas del colegio, con las mismas Ampas y fiestas de fin de curso. O tienen a los chiquillos en formol o se reproducen secretamente, como algunos mamíferos marsupiales. Yo miro a mis vástagos y dudo de si una vez estuve con ellos entre columpios y cochecitos. Se han transformado, los jodidos, en seres hormonados a los que tengo que hablar mirando hacia arriba .
Por eso, cuando miro a los puestos de caracoles, sospecho que el tiempo ha pasado solo para el número de calzado de mis nenes. Porque, por lo demás, todo sigue igual. El Córdoba sigue jugando mal y en segunda . La Nada permanece instalada en Capitulares. Juan y Medio continúa siendo el presentador andaluz de la Andalucía Imparable .
Y hablando de la Andalucía Imparable, bien podría referir el avispado lector que hemos conocido un cambio de gobierno entre temporada y temporada de caracoles .Es cierto. Lo hemos visto vivos y sin llegar en muchos casos al hogar del pensionista, como yo me veía el día que el socialismo andaluz pasara a la oposición . Y sinceramente, no he reparado mucho en el detalle porque de todas maneras la ley de la inmutabilidad ha hecho acto de aparición para recordarnos que todo cambia para seguir igual. Por ejemplo: los empleados temporales de la Junta, por mor de la inmutabilidad del sistema, van a pasar de ser temporeros a fijos. Nada de oposiciones, ni rastro de la meritocracia. Sin noticias de la igualdad. Lo que ya había sido, es y será por los siglos de los siglos. La Administración, y su esencia , son eternas e inmutables.
El cuerpo andaluz, revestido de Susana , puede que haya cambiado. Su esqueleto también, un esqueleto enorme al que hay que asegurar ahora casi ocho mil empleados más; pero su alma, ese alma que en su día Carlos Cano cantó en la Murga de Emilio el Moro: «colócanos, colócanos, ay por tu madre, colócanos…» .
Hoy vemos nuevos colocados como antes otros estuvieron. Es la inmutabilidad del alma del sur. Fue San Agustín quien habló de lo mutable y lo que no lo es. Bueno, Pedro Sánchez diría que eso lo hizo San Sebastián de los Ballesteros, lo cual demuestra otra ley inmutable: uno no sabe si está ante un fartusco hasta que no escribe un libro y acaba despejando todas las dudas .
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