Testimonios

Ingreso Mínimo Vital en Córdoba | «Me dijeron que mi madre, con 82 años, no era demandante de empleo»

Uno de los primeros beneficiarios de la nueva prestación relata sus tribulaciones con la Seguridad Social para conseguir la ayuda aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez

La parroquia de la Asunción, abarrotada de ayuda alimentaria y voluntarios Valerio Merino

R. Verdú

Las primeras prestaciones del Ingreso Mínimo Vital han empezado ya a llegar a las cuentas de los beneficiarios después de meses de espera. Hay agradecimiento, pero también desconfianza . ¿Hasta cuando cobraré la paga? ¿Me la quitará el próximo Gobierno? ¿Habrá dinero para seguir manteniéndola? Ésas son algunas de las preguntas que se plantea, con toda la razón del mundo, uno de los primeros beneficiarios del IMV con el que ha contactado ABC.

Cómo será el miedo que atenaza a quienes ya disfrutan la renta que no quiere prestar su imagen, ni mucho menos facilitar su nombre, «no vaya a ser que me la quiten» . Lo llamaremos Miguel, el mismo nombre ficticio que ya empleó para contar sus tribulaciones con la Seguridad Social a finales de septiembre en este mismo medio. Por entonces, a este hombre de 50 años sin trabajo y en una situación delicada le habían ingresado el IMV para retirárselo al día siguiente, según su relato. Al parecer, había algún problema con la documentación.

Ahora, Miguel, con el dinero ya en el bolsillo, relata un caos burocrático cercano al surrealismo . Después de mucho insistir, y sin posibilidad de una atención presencial, consiguió a finales de octubre que alguien de una oficina estatal le diera explicaciones por teléfono. Lo recuerda así: «Me dijeron que el fallo estaba en que mi madre no era demandante de empleo» . Sorpréndanse, como lo hizo él, porque su progenitora tiene 82 años y padece demencia senil.

Miguel asegura que aquella conversación fue un viernes y el lunes, tras asumir el despropósito de exigir a una anciana dependiente que busque trabajo, la Seguridad Social le comunicó que cobraría el IMV en unos días. Esta vez sí era verdad. Ya tiene el ingreso con retrasos incluidos, contando desde el 1 de junio, tal como prometió el Gobierno. Son 303 euros por cada mes que Miguel saca de la cartilla nada más anotarlos, también por miedo a que alguien se arrepienta. «No tengo ni idea de si esto es para siempre» , refiere. Justifica sus temores, con acierto e ingenuidad a partes iguales, alegando que «yo no entiendo de política, pero si entra otro presidente a lo mejor no le interesa o no le conviene porque hay una ruina en el país».

Esa pequeña cantidad hace milagros y le sirve a Miguel y su madre para respirar. Completa una pensión de 550 euros mensuales que les pasa su padre y de ahí salen los 450 euros de alquiler, los gastos de suministros (luz, agua y teléfono, poco más) más lo justo «para comer, que es lo único que pedimos».

En Cáritas , una asociación que se ha volcado para ayudar a los posibles beneficiarios a gestionar los complicados trámites, confirman que se están entregando las primeras ayudas. Ahora las demandas que reciben no están relacionadas con la primera solicitud, sino con la aportación de documentación añadida para solventar las trabas de la Seguridad Social. «Hay un poco de caos» , sostiene Soledad Crespo, coordinadora de la entidad. Tiene claro, sin embargo, que el IMV no desincentiva la búsqueda de trabajo. Es poco más que una limosna para no pasar hambre, por lo que «quien tiene deseos de mejorar sigue buscando empleo o haciendo cursos» . Y esos son, asegura Crespo, la mayoría.

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