Pretérito Imperfecto
La industria de la bandeja
La hostelería cordobesa ha puesto el cartel en la puerta de la ciudad con aquel popular ‘Se necesita camarero y cocinero’
Mientras Córdoba sueña con que llegue el día en que más de mil militares y civiles desfilen por la Base Logística del Ejército de Tierra , Córdoba se lamenta de que no encuentra más de mil cocineros y camareros para atender sus cocinas y mesas de hoy. De la industria 4.0 que está por venir, a la industria 1.0 de la bandeja que nos mantiene. Hubo un tiempo en que los perros se ataban con longanizas y los encofradores ganaban más que un médico, un juez o un catedrático de Física Cuántica... juntos. En aquel entonces, faltaban manos en el campo. Ya nadie parecía querer recoger la aceituna del suelo, arrancar las naranjas del árbol, cortar el racimo de uva espalda en cruz o llenarse las manos de los mismos surcos que la tierra madre. La población inmigrante que solapó el invierno demográfico se ocupó, entonces, de esas y otras labores, como el cuidado de nuestros mayores y menores. Vivíamos en la cresta de las ‘subprime’ de ladrillo visto. Cuando todo parecía sólido. Pinchó la burbuja , llegó la crisis y los codazos volaron para volver al tajo a ganarse el jornal. La distancia más corta entre dos puntos se volvió curva.
Con pie y medio fuera de la pandemia, la hostelería cordobesa ha puesto el cartel en la puerta de la ciudad con aquel popular ‘Se necesita camarero y cocinero’. Aún estamos tejiendo un nido de valor añadido con la biomedicina y la agricultura sostenible . Hemos dado con un pozo de oportunidades gracias a la mayor instalación de la Defensa nacional dedicada a la tecnología y la logística militar que ya lleva el sello de Córdoba en los dosieres que manejan los aliados. Y empiezan a caer esos anhelados congresos multitudinarios que arrastran mayor gasto y poder de prescripción por todo el país -setecientos altos ejecutivos han quedado en noviembre-. Pero, a día de hoy, nos faltan manos en la industria de la bandeja . La infantería de la economía cordobesa. La primera en caer y levantarse cada vez que aparece el enemigo.
Los más jóvenes ya no ven futuro en un trabajo que sacrifica fines de semana y ocio por el de los demás. Nada que ver con las jornadas interminables de esos taberneros a los que se les agrió el carácter de tantas horas detrás de la barra. Y los que acuden a los catering, restaurantes o bares buscan un refugio pasajero como un aliento ocasional que evidencian a las primeras de cambio. Los buenos profesionales escasean, pero escasean por miles, como los propios actores de esta actividad reclaman a la desesperada. Las listas del paro, sin embargo, siguen llenas en el sector servicios. La pandemia ha levantado la bandera blanca y todos hemos saturado la celebración hasta el punto de que no tenemos quien nos ponga el plato de felicidad en la mesa. La Córdoba que piensa y dice dirigir crea cursos de formación hasta para susurrarle a los drones, pero parecen haberse olvidado de que aquí, de momento, seguimos viviendo de la bandeja.