APUNTES AL MARGEN
Impuestos justos
Es precisa la pedagogía de que los tributos financian unos servicios necesarios
La publicación de referencia sobre impuestos municipales se edita anualmente por el Ayuntamiento de Madrid aunque es de uso común en todas las instituciones locales. Los técnicos de la capital hacen el ejercicio de ordenar las ciudades más relevantes por el esfuerzo fiscal que hacen sus vecinos lo cual se merece una precisión metodológica. Si presión fiscal es la relación entre lo que se recauda y la riqueza de un lugar, el esfuerzo fiscal señala cuánto cuesta cumplir con las obligaciones tributarias dada la renta media. El asunto acaba de complicarse si se tiene en cuenta que no todos los impuestos municipales son iguales en todas las ciudades. Una parte de ellas, por ejemplo, sigue incluyendo la tasa de basuras en el IBI. En otras, como Córdoba, son conceptos diferenciados.
Según este estudio (y haciendo referencia al esfuerzo fiscal absoluto), Córdoba ocupa el puesto número 36 de las capitales de provincia en lo que cuesta pagar el IBI de urbana. Se encuentra en el número 14 de España en el Impuesto de Actividades Económicas . Aparece en el número 18 en el Impuesto de Vehículos . Se encuentra en el puesto número 30 del Impuesto de Construcciones, Instalaciones y Obras. Lidera el top del llamado impuesto de plusvalías (empatado con ciudades con muchísima más renta media). El IBI de rústica no aparece en el estudio pero ya les digo que el de Córdoba se encuentra en el límite máximo que permite la legislación .
En ese año 2017, la ciudad de Córdoba arrojaba una renta neta de unos 21.000 euros , se encontraba en el puesto trigésimo de la comunidad autónoma y el 561 de los municipios españoles. La simple aplicación del sentido común permite arrojar la primera conclusión de que el esfuerzo fiscal de todos (la estadística es la ciencia del medio pollo cuando alguien se ha quedado con hambre) parece no tener una relación lógica con la capacidad económica del territorio. Y que no existe ninguna proporcionalidad entre lo que le cuesta pagar al cordobés común y su posición comparativa con vecinos de ciudades más acomodadas . Pagar las mismas plusvalías que la comunidad de Madrid parece un disparate absoluto.
En estos días, se ha presentado la propuesta de bajada fiscal del PP y Cs en un contexto en el que se dicen muchas tonterías como que, a impuestos más bajos, más recaudación, una cosa más vieja que la pana y que cada vez que se adopta como evangelio, provoca destrozos serios. El peculiar funcionamiento municipal de votar por separado los ingresos tributarios (las ordenanzas fiscales) y los gastos (el presupuesto anual) tampoco permite hacerse una idea cierta de la relación entre coste y beneficio de las medidas. Programar menos ingresos, por ejemplo, y andar a ciegas sobre cómo va a ser la realidad del gasto cuando ese dinero no se encuentre en la caja parece una idea espinosa.
El alcalde de Córdoba, José María Bellido , ha declarado en numerosas ocasiones que es un ferviente defensor de tipos tributarios bajos con el objetivo de convertirse en un factor de atracción concreto para la inversión. La fórmula es razonable. Pero existen dos factores que hay que tener en cuenta. Las cosas tienen un precio. No existen servicios públicos , mucho menos si se aspira a mejorarlos, si no se garantiza la suficiencia financiera de los mismos. Los resultados de superávit municipal en los últimos años se deben a la lentitud de la gestión de un dinero que, antes o después, se va a gastar. Y parece preciso hacer pedagogía social de que los impuestos se pagan por algo, para pagar servicios necesarios, y que bajos o altos, lo que tienen que ser es justos.