Patrimonio

Las huellas en la Subbética cordobesa de los tiempos de guerra y frontera

La restauración del Canuto de Rute reaviva el interés por las fortificaciones históricas de vigilancia

Castilo de Zuheros ABC

Félix Ruiz Cardador

La frontera entre el Reino Nazarí y la Corona de Castilla , vigente durante la Baja Edad Media, evoca aún hoy una atmósfera de leyenda. Los cronistas de ambos frentes, musulmanes o cristianos, centraban en ese espacio buena parte de sus crónicas y por eso se asocia con batallas, pendencias y «razzias».

El conocimiento sobre esa «raya» geográfica que partía Andalucía se ha caracterizado por ello por ser limitado en ese foco, de tal manera que no ha sido hasta las últimas décadas que se han desvelado algunas de sus claves. También ha crecido con ello el interés por sus restos patrimoniales, como demuestran las obras que tiene en marcha el Ayuntamiento de Rute , bajo autorización de la Junta y con apoyo de Diputación, en lo que conoce como el Canuto , una de las torres que se utilizaban en las estribaciones de la Subbética cordobesa para analizar los movimientos de los castellanos. El Canuto, situado sobre el Cerro del Hacho, fue sin embargo uno más de los muchos puntos defensivos que tuvo una frontera en la que, dentro del propio territorio cordobés, existieron castillos nazaríes importantes como el de Iznájar, el del yacimiento que hoy se conoce como Rute El Viejo o el que existe en la pedanía de Zambra.

Torre del Canuto de Rute ABC

La evolución de los conocimientos sobre la frontera nazarí la explicó con detalle el historiador Alberto García Porras en un artículo dedicado al castillo de Moclín, uno de los más característicos de dicho periodo en territorio granadino. Cuenta que este espacio geográfico «ya suscitó el interés en el XIX de historiadores como Francisco Javier Simonet o Miguel Lafuente, que lo percibieron como escenario de pugnas y encuentros bélicos, así como de firma y establecimiento de treguas». Según el especialista, esto era así pues esos acontecimientos eran «casi los únicos que aparecían reseñados en las crónicas de los Reyes o en la documentación de las casas nobiliarias asentadas en la frontera castellana », aunque en realidad «no mostraban en su totalidad el pulso vital de esta amplia región». Del mismo modo, también los restos patrimoniales se analizaban en el último tercio del XIX y las décadas siguientes desde esa misma perspectiva, con la frontera entendida «como espacio de contienda».

Así siguieron los estudios hasta mediados del siglo XX, cuando se dio un giro y comenzaron a interesar otros temas distintos a la confrontación, como podían ser la vida de las poblaciones o el estudio sus recursos económicos. El historiador Alfonso Gámir Sandoval, basándose en datos procedentes del Archivo de la Alhambra , aportó informaciones sobre la organización de estos asentamientos, mientras que otros investigadores comenzaron a estudiar los restos existentes desde perspectivas propias de la Historia del Arte y de la Arquitectura. Más tarde, en los 80, los investigadores franceses interesados en Al Ándalus marcaron tendencia y finalmente, cuando el siglo XX concluía, comenzaron los estudios arqueológicos, más intensos en las provincias de Granada y Málaga y que en Córdoba resultan hoy fragmentarios.

Castillo de Iznájar ABC

Aún así, han sido unos cuantos los historiadores y arqueólogos que han arrojado luz sobre esas estructuras defensivas nazaríes de la Subbética cordobesa, con estudios de investigadores como Antonio Arjona o Ángel Rodríguez, autor de un libro monográfico dedicado al Castillo de Iznájar. Rodríguez hizo un interesante recorrido sobre esta fortaleza con fuentes andalusíes y cristianas y lo designa como una «villa de frontera», ya que alrededor de esta alcazaba se desarrollaron estructuras urbanas más amplias.

La historia del castillo iznajeño revela por ejemplo la curiosa relación de Mohammed V y Pedro I «El Cruel» , que, en contra de lo que la leyenda de confrontación pueda inducir, se ayudaron para sofocar problemas internos que ambos tenían en sus reinos. También el hecho nada infrecuente de que esta alcazaba fue conquistada primero por los cristianos en 1362 para ser luego reconquistada por los nazaríes en 1366, acometiéndose importantes reformas en esos cuatro años.

Más allá de Iznájar, la frontera ha dejado otros testimonios aquí y allá, como estudió la investigadora Susana Ramírez en su artículo « La frontera nazarí en el ángulo Sureste de la Subbética cordobesa », elaborado mediante trabajos arqueológicos en diversos puntos de la provincia y el análisis de los que ya se habían realizado previamente. Aparecen ahí emplazamientos como Rute el Viejo y el Castillo de Zambra, fortalezas ambas de cierta importancia, y atalayas de vigilancia como el Cerro de la Torre, la ya mencionada Torre del Canuto o el Cerro de los Castillos, todos situados en el entorno de Rute e Iznájar, cuya alcazaba ejercía de cabecera del conjunto.

Ramírez indica que la zona tuvo defensas de muy diversa índole: desde la villa de frontera iznajeña a los castillos de avanzada pasando por torres de vigilancia y alquería. En cualquier caso, como ella misma reconoce, todo esto es « la punta del iceberg » de un mundo singular, el de la frontera del Reino Nazarí y el de Castilla por tierras cordobesas, que aún está por descubrir en buena parte. También por poner en valor dados los intereses históricos y turísticos que puede tener en una zona estribada, hoy pacífica pero en otro tiempo fronteriza, y de belleza paisajística indudable.

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