SALUD

Hospital de Día de Oncología de Córdoba: Libros, charlas y crucigramas para espantar el miedo al cáncer

Los pacientes han ganado en comodidad y acompañamiento para suavizar el trance de recibir sus tratamientos

Dos pacientes reciben sus tratamientos en el Hospital de Oncología FOTOS: VALERIO MERINO

Irene Contreras

Es la segunda vez que Ángela pasa por este trance. Hace cuatro años fue intervenida de un tumor en el conducto biliar y se sometió a un tratamiento de quimio y radioterapia. Todo salió bien, pero recientemente, en una de sus revisiones, le detectaron un nuevo problema. Tenía nódulos en los pulmones que la obligarían a volver al hospital, a pasar unas horas a la semana postrada en una silla, recibiendo la terapia necesaria para disolverlos y borrar de una vez la palabra « cáncer » de su presente y su futuro.

Por mucho que haya mejorado su capacidad de asistencia, el Hospital de Día de Oncología del Reina Sofía no es un lugar al que nadie le guste visitar. Se encuentra en el subsuelo del Provincial, en unas instalaciones recientemente estrenadas que han permitido tanto a los pacientes como a los trabajadores ganar en comodidad y espacio. Una luminosa sala de espera da la bienvenida a un espacio diáfano pero separado en módulos, en los que se distribuyen 34 sillones -antes eran 24- y dos camas para recibir tratamiento. Desde que en octubre abriera sus puertas y los pacientes se trasladaran a este ala del centro han ganado además en intimidad y en la posibilidad de estar acompañados por un familiar o amigo mientras reciben los tratamientos, algo que agradecen. El proceso, con una duración oscilante, puede ser muy aburrido, aunque los «veteranos» saben muy bien cómo hacerlo llevadero.

A veces, Ángela se entrega a la lectura para que las dos horas y media que pasa reclinada en el sillón fluyan más rápido. Otras veces, armada con teléfono móvil y auriculares, convierte el Hospital de Día en su particular filmoteca para ver series a través de plataformas digitales. Pero lo que más disfruta es una buena conversación con las enfermeras . «Como ya pasé por aquí, y nos vemos todas las semanas, las conozco a todas: a Toñi, a Carmen... También vienen voluntarios de la Asociación del Cáncer. Nos traen zumos, nos hacen compañía», cuenta sin asomo de tristeza. Cuando le dieron la noticia, dice, fue «un palo muy grande, pero hay que luchar». Tiene tres hijos, dos nietos y un marido que se ha convertido en su ángel de la guarda. «Siempre está acompañándome y dándome fuerzas, aunque a veces pierdo los nervios y me pongo a llorar», admite. Y después sonríe, porque «por lo menos me han dicho que no se me va a caer el pelo».

Maribel acude al Hospital de Día acompañada de su hija Carmen. Las dos pasan entre charlas y risas con las enfermeras el trance que le supone enfrentarse a un nuevo tratamiento con una serie de efectos secundarios a los que no se ha terminado aún de acostumbrar. «Hay días mejores y días peores», afirma, a modo de resumen. Frente a ellas, concentrado en un libro de crucigramas , está Nicolás. A sus 73 años sabe de la importancia de mantener activo el cerebro, de hacer «ejercicio con la mente», que no todo va a ser preocuparse por el cuerpo. Así, y dando paseos por los pasillos acompañado de su «máquina», se le pasan las horas, siempre obediente a las indicaciones de las enfermeras. «Aquí está el tío para lo que haga falta», le dice a una de ellas cuando le pide permiso para revisarle la vía. «Así me gusta, con entrega», le contesta ella.

El hospital bulle de actividad por la mañana. En la sala de espera, Fernando Toledano, que acompaña a su mujer, lamenta el «estrés» que observa en los trabajadores. « No dan a basto », dice. A su juicio, la plantilla debería de ser más amplia. Toda la atención que reciben estos pacientes es poca.

Cuando el paciente llega, se le hace una analítica urgente para estudiar el estado de sus defensas y decidir si puede o no someterse al tratamiento. En una hora están los resultados y, si estos son favorables, el médico les prescribe el tratamiento -quimioterapia, inmunoterapia, tratamientos de soporte- para el mismo día o se programa para más adelante. La enfermera gestora de sillones acompaña al paciente hasta su sitio en los «boxes» para dispensar un tratamiento farmacológico, pero también con un importante componente humano: una broma, un halago, un cómo están los niños. Y así, entre series, crucigramas y confesiones, palabras como cáncer , tumor o quimioterapia parecen dar menos miedo.

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