Urbanismo

Historia de la Corredera, el foro de Córdoba

Ha sido un lugar central de la vida comercial, sobre todo, a partir de la etapa cristiana

Veinte años de la reforma de la Corredera, la plaza grande de Córdoba

Vecinos, comerciantes, hosteleros... : «La plaza de la Corredera de Córdoba mantiene su carácter, pero necesita glamur»

Entrada al mercado a principios del XX Señán González

Rafael Ruiz

La historia de la Corredera es la historia de Córdoba , de sus usos sociales de relación. De sus fiestas y sus quebrantos. Tuvo que ser un lugar de interés en la etapa romana. Y lo sabemos por los mosaicos que se descubrieron en el pasado siglo y que ahora pueden verse en las salas nobles del Alcázar. En un espacio ligado al cercano Circo Romano (de factura similar a un hipódromo) que ocupaba ese sector de la ciudad. Con Al Ándalus ya se constata esa función de zona de intercambio de bienes de los vecinos del arrabal de la Axerquía. De las clases populares.

Sin embargo, es a partir de la llegada de Fernando III y la Edad Moderna cuando tenemos mucha más información sobre la Corredera antes de ser la Corredera . Desde Pedro I, allá por el siglo XIV, sabemos que era de planta irregular y que mucho antes de que se hiciera la gran reforma del XVII formaba parte de los usos sociales. Allí había arengas, actos religiosos como autos de fe, visitas de nobles, simulacros militares para divertir al pueblo. Había una iglesia y un hospital, Nuestra Señora de los Ángeles , y un conocido mesón, La Romana . Las casas no estaban alineadas y formaban curvas bastante pronunciadas, una de las cuales tenía hasta nombre : La Panza y el Codillo . El acceso por la Espartería (hoy, el arco alto) era conocido como El Gollizno y, probablemente, fuese una hendidura de barro, agua y heces.

Grabado de Guesdon de 1860 ABC

Allí estaba la Córdoba oficial. Donde está ahora el Mercado Sánchez Peña , se encontraba la Casa del Corregidor . La sede de los 24 cabezas de familia que gobernaron la ciudad desde la operación militar de conquista que encabezó Alvar Colodro. En la plaza estaba la cárcel civil de la ciudad (la Inquisición usaba el Alcázar), el Pósito, la casa del verdugo, que era servicio esencial. Y el espacio donde se corrían los toros según los usos de la época que se han perpetuado en el nombre oficial del espacio y en el nomenclator de los espacios anexos: T oril y Las Cañas . A la Corredera se iba a ver festejos en cada día grande. Sin faltar uno. La tauromaquia tuvo un enorme poder de vertebración, imposible de imaginar hoy.

Detalle de la Corredera en el Plano del Barón Karvinski de 1811 ABC

Primero fueron los usos y luego la plaza que tiene un nombre, el corregidor Francisco Ronquillo Briceño , que buscaba impulsar su carrera política. Un tipo que rompe la regla de políticos con pocas agallas. Toma unas pequeñas obras anteriores y las convierte en la creación de un gran espacio unificado, de evidentes resonancias castellanas, más cercanos a Valladolid que al urbanismo andalusí. Una plaza rara en Córdoba donde el espacio rara vez estaba planificado. Debemos algunas de las descripciones de la ciudad y la plaza a los notables de la época que pasaron por Córdoba. El más notorio fue Cosme de Medici , futuro monarca de Florencia que llevaba en el séquito hasta pintor oficial. Corría 1668.

Antonio Cruz Conde, con el director general de Comercio Ladis

De la mano de Ramos Valdés, un arquitecto salmantino, la plaza estuvo concluida en cuatro años (menos de la mitad de lo que tardaron las obras de restauración). En 1683 ya luce con la actual configuración de plaza porticada con la excepción de las casas de Doña Ana Jacinto , una litigante excepcional que no consintió la expropiación. Como curiosidad, los vecinos de la época con parcelas que daban a la plaza estaban obligados a ceder sus balcones en caso de fiesta. Ronquillo Briceño creó una plaza y, además, un auditorio.

L. Fernández de Moratín ABC

A partir del siglo XVIII, se produce lo que López Ontiveros llamó «el debilitamiento de la representatividad» de la Corredera. Resumiendo: todo el que venía la ponía a parir. De todos los testimonios que existen, el único que la salva es Leandro Fernández de Moratín , famoso dramaturgo, que la considera una excepción en una ciudad caótica. A partir de ahí, todo el que la ve la considera ejemplo de una ciudad sucia, caótica, atrasada. De los viajeros románticos a ‘La Feria de los Discretos’ solo hay mal rollo en los comentarios sobre la plaza.

La industrialización llegó de la mano del industrial Sánchez Peña quien coloca en la que fue Casa del Corregidor una industria de sombreros que serviría para ver la primera máquina de vapor que funcionó en Córdoba. El Pósito fue para los trabajadores y, con el tiempo, se produce la concesión del Mercado Central de Abastos , un adefesio creado justo en la mitad de la plaza que dejaba a los lados angostos callejones empedrados. El Ayuntamiento cumplió y mantuvo el medio siglo de concesión.

Un avispado alcalde, Antonio Cruz Conde, fue el que vio las posibilidades reales de un espacio diáfano, más dado a los vientos turísticos que se aproximaban a mediados del siglo anterior. Demolió el edificio central y llevó el mercado a un sótano bajo la actual plaza. Fue, además, cuando se picó lo que quedaba de enfoscado de la crujía de Ronquillo Briceño. Fue la plaza que se encontró el plan Anguita-Borbolla con aquel promontorio elevado en torno al cual se podía conducir y aparcar.

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