SALUD
Una historia en Córdoba para donar órganos: «Mi hijo no perdió ninguna batalla; luchó hasta el final»
Tres años después de la muerte de José, su madre recoge en un libro su historia para animar a la donación de órganos
![María del Carmen Campoy en la presentación del libro](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2019/10/29/s/cordoba-libro-presentacion2-k6F--1248x698@abc.jpg)
A José la vida le cambió a los 15 años cuando acudió al médico aquejado de un intenso dolor en el costado. Desde hacía siete estaba diagnosticado de un asma que resultó ser algo mucho más grave. Los médicos no lograban dar con aquello que estaba causándole serios problemas en el corazón y en los pulmones : sufría una enfermedad rara de la que, hasta el momento, no se había registrado antecedente alguno en España. Entre pruebas, tratamientos paliativos y listas de espera, unido a una bombona de oxígeno, llegó a Córdoba derivado desde su Almería natal para beneficiarse de un trasplante que iba a darle la oportunidad de una nueva vida. Murió cuatro años después. No pudo superar la operación, pero dejó a su familia y amigos una lección de vida que ahora su madre, María del Carmen Campoy , ha inmortalizado en un libro.
«Ante una adversidad tan brutal, supo no rendirse. Cuando murió, hace ahora tres años, yo sentía mucha impotencia por pensar que habíamos perdido la batalla, pero no es verdad, porque mi hijo la luchó hasta el final», cuenta Campoy, que ayer presentó « El pequeño gran hombre. Tu fuerza fue mi constancia » en la librería La República de las Letras. La autora cuenta cómo la poca información que existe acerca de la donación de órganos y el deseo de hacer a todo el mundo partícipe de las ganas de vivir que tenía su hijo la impulsaron a escribirlo, aunque el proceso, admite, no fue precisamente fácil. «Estos dos años han tenido momentos duros en los que me he venido abajo, pero me siento fuerte. Se lo debía a él », afirma con orgullo. Insiste en que el libro no es un relato triste, si no una historia de superación . Está plagado de anécdotas que retratan a un chico alegre que nunca se dejó vencer por la situación que estaba viviendo y no quiso renunciar a ninguna de las cosas que disfruta un adolescente.
En ello tuvieron mucho que ver sus amigos . «Estuvieron desde el principio hasta el final. Si lo tenían que llevar a hombros, lo hacían. Venían a Córdoba para pasar la noche con él siempre que podían. Y ahora todos se han tatuado unos pulmones, para recordarle siempre», cuenta. También se deshace en elogios hacia el personal médico que trató a su hijo en el Hospital Reina Sofía . En aquellos días en los que deambulaba por los pasillos del centro, médicos y enfermeras se convirtieron en una familia más con la que llorar en los momentos malos y celebrar en los pequeños avances. Sabe además que es mutuo. Y presume de que «mi hijo dejó huella».
Campoy quiere que su libro tenga también un efecto llamada . Que la energía de su hijo contamine a la sociedad como lo hizo en su momento la de otro joven, Pablo Ráez, cuya historia contribuyó a que las donaciones de médula se dispararan. «Estos chicos son muy jóvenes y sin embargo tienen mucho que enseñarnos . Nos dan una lección de vida », defiende. Ahora aspira a seguir trabajando por la donación de órganos desde el tejido asociativo, escuchar y aconsejar a quienes pasan por una situación como la suya. «España es un país solidario y Córdoba es la cuna de todo eso. Me gustaría que todos fuéramos donantes, y también que el sistema médico priorice las enfermedades raras y se aceleren los tratamientos. Este es mi pequeño grano de arena», afirma.