ARISTÓTELES MORENO - PERDONEN LAS MOLESTIAS
Hernia discal
Al modo en que las brevas caen de la higuera en junio, en los puentes y fiestas de guardar los turistas se topan con los museos cerrados
Hay noticias que se enquistan en las páginas de un periódico como una hernia discal. Pasan los años, quizás las décadas, y se reproducen una y otra vez como un dolor de muelas mal curado. Ahí tienen el extraño caso del cierre de los museos en los puentes y fiestas de guardar. Una noticia, que es noticia, precisamente por su insistencia a lo largo de los tiempos. Una noticia, en fin, que llega cada temporada con puntualidad británica, al modo en que las brevas se caen de la higuera en el mes de junio.
Con esa exactitud cartesiana se presentan también sus ingredientes. La afluencia de turistas, la inquietud del sector hostelero, la urgencia de las pernoctaciones, la falta de personal, el dichoso convenio colectivo y la imprevisión de Capitulares. Todo junto, o por lotes, se nos viene encima como el granizo de otoño. Sabíamos que iba a llegar y, en efecto, ha llegado.
Pasan los años, tal vez los siglos, y aún no hemos dado con la tecla. Ya sea cónsul Claudio Marcelo o corregidor don Luis de la Cerda. Tenemos la dolencia perfectamente diagnosticada, sus causas, sus factores coadyuvantes y sus consecuencias, de acuerdo, y ahí siguen los museos, puente a puente, festivo a festivo, dándonos titulares a cuatro columnas. Hasta tal punto que si usted abre el periódico en página impar, Viernes Santo del año 2004, por poner un simple ejemplo, se dará de bruces palabra por palabra, pretexto por pretexto, con idéntico acontecimiento.
Los elementos de la información no varían. Todo lo más el orden de los factores. Hay años en que las reuniones in extremis con el comité de empresa se anteponen a las deliberaciones sobre el cuadrante; y otros en que los lamentos de la patronal Hostecor preceden a la bronca de la oposición y las amenazas sindicales. Exactamente así o viceversa. El orden de los factores no altera el desatino. En cualquier caso, la casa sin barrer.
La secuencia de los hechos, no por previsible, deja de tener interés. Es entonces cuando podrá leer con todo detalle las tribulaciones del señor que llegó de Oviedo para ver sin éxito la obra de Julio Romero de Torres. O la japonesa que no alcanza a entender cómo el Alcázar de los Reyes Cristianos cierra por la tarde en los días de máxima ocupación. O la familia que reservó el hotel en octubre pasado y ahora, dígame usted, quien repara el estropicio.
La casuística por ese lado es inagotable. El cuerpo central de la noticia permanece invariable y lo que se alternan son los detalles. Este año, sin ir más lejos, tenemos la novedad de la denuncia por daños y perjuicios. Es decir: el sindicato ha aceptado abrir hoy viernes pero recomienda a sus afiliados denunciar al Ayuntamiento por haberlos obligado a trabajar en día festivo. Que es una forma como otra cualquiera de dar una patadita hacia adelante al balón y preparar la bronca del puente de mayo.
No le vamos a aburrir con los detalles de la negociación a puerta cerrada. Entre otras cosas, porque hay un punto en que el debate se hace incomprensible para cualquier mortal y la realidad se deforma hasta el disparate, de la misma manera en que a Valle Inclán se le aparecía el esperpento en los espejos del callejón del Gato. Desde ese punto de vista, al menos, podemos decir que el asunto de los museos municipales entronca con la gran tradición literaria española. Y eso, oiga, viste mucho.