Desde mi rincón
Que nos guíe la eutopía
Sigo confiando en que si surgiera un líder ejemplar, siempre con la verdad por delante, la reacción social sería inmediata y positiva
Han sido varios amigos los que al leer mi anterior columna me han tildado amablemente de utópico, por creer que serán muchos los que si el gobierno pisara ciertas líneas rojas estaríamos dispuestos a defender nuestra libertad para seguir siendo ciudadanos libres y no súbditos. Uno de ellos me manifiesta que es utopía pensar en una reacción social porque estamos ante una sociedad que en los últimos cuarenta años ha sufrido un fallo educativo . Eso ha producido una generación que desconoce que todo en la vida exige esfuerzo y sacrificio. Que no se percata que sin compromiso y autoridad la libertad muere y surge la tiranía . Puede que lleven razón quienes así piensan. Pero sigo confiando en que si surgiera un líder ejemplar , que vaya siempre con la verdad por delante , que nos haga ver las consecuencias que tienen las decisiones de los gobernantes y el peligro de callar y aceptarlas sin más, si surgiera ese líder, estoy convencido que la reacción social sería inmediata y positiva .
Nos informan que en el proyecto de presupuestos del gobierno para el próximo año, los gastos aumentan un cincuenta por ciento respecto al año actual. No sabemos en qué proponen gastar ese montante de dinero, ni de dónde lo van a sacar. Lo que sí está claro es que todo dinero que gasta la administración sale, de una u otra manera, en un momento o en otro, de nuestros bolsillos . ¿Somos conscientes de eso? ¿Conocemos las consecuencias de esa decisión? ¿Confiamos en que nuestros administradores politicos invertirán ese dinero en bienes productivos, en servicios necesarios y en ayudar a una economía muy dañada por el momento que vivimos? ¿Confiamos en que lo harán bien? Personalmente no tengo mucha confianza en que actúen con ese criterio. Mientras no den ejemplo de austeridad ; mientras no reduzcan esa mastodóntica administración que puede ser muy aceptable y conveniente para la clase política pero inviable económicamente; mientras no veamos eso, no puedo confiar en ellos. ¿Cómo voy a creer que son buenos administradores quienes conforman un ejército de políticos que supera en mucho a los que por habitante tiene Alemania , estando Alemania mucho más descentralizada que España? ¿Cómo vamos a confiar en quienes tienen una palabra cuando están en la oposición y otra muy diferente cuando agarran un puesto de gobierno? ¿Cómo vamos a confiar en quienes se rodean de una legión de asesores , de coordinadores generales o de altos cargos, todos ellos nombrados a dedo y a nuestra costa, para poder colocar a compañeros de partido, amigos y familiares? Ante esa desconfianza y la creencia de que no hay posibilidad de un verdadero cambio en la clase política, la sociedad camina a la voz de «tonto el último».
Alguien dijo que si el camino es difícil, será porque vamos en la dirección correcta. S igamos caminando y que nos guie la utopía.