PASAR EL RATO
La guerra de nunca acabar
El odio se alimenta del recuerdo permanente de lo odiado

Ochenta y cinco años después de iniciarse, la Guerra Civil española no ha terminado . Políticos ignorantes y desaprensivos se empeñan en mantener vivo su recuerdo , y hasta su errante espíritu cainita, para que no nos falte a los españoles nuestra ración de odio histórico. Sin buenas ideas, sin argumentos , sin programas, sin razones, hombres y mujeres con cargos públicos esgrimen como una maza la memoria del exhumado general para amedrentar al adversario. Ésta es la guerra de nunca acabar . Y nos transmiten la impresión de que, si por ellos fuera, volveríamos todos a las trincheras, ahítos de rencor, para luchar, matar y morir. Todos menos ellos, naturalmente. Lo cómodo y lo vil es azuzar a los viejos perros del aborrecimiento para que la sangre la pongan los de siempre, los peatones políticos de cualquier color, la carne de cañón de todas las ideologías. Mientras ellos correrían a hacer lo que han hecho siempre los peores : esconderse y traicionar a su pueblo. Y cuando se haga el recuento de cadáveres, ellos saldrán de su largo sopor de combatientes de despacho para reclamar un pedazo de gloria, en nombre de una justicia y una libertad que ensuciaron con sus finas manos de señoritos cínicos y cobardes. Hay que tener mucho cuidado con el odio , porque es el terreno en el que crecen todas las aberraciones políticas . Las sociedades basadas en el odio no tienen otra salida que la guerra.
El Día de Andalucía es un motivo de gozo y optimismo para los habitantes de esta tierra de luz. Estamos juntos y queremos entendernos, aunque nos cueste, que luego resulta que no cuesta tanto. Se está bien aquí, y si nos lo proponemos, se estará mejor. Sacar a la muerte y a la guerra de paseo político debería estar fuera del programa de la celebración . Pues para conmemorar la fecha , nuestra racial Susana Díaz hizo el pasado miércoles una apropiada evocación de las consecuencias de la Guerra Civil . Los andaluces de derechas caminan despreocupadamente por las cunetas autonómicas, ignorando que pisan los cadáveres insepultos de represaliados por el franquismo. Las tapias de los cementerios de Andalucía conservan las huellas de los fusilamientos ordenados por el dictador, y los caídos se amontonan bajo la tierra, en espera de que la mano respetuosa de Díaz les procure un lugar honorable desde el que afrontar la eternidad. Afortunadamente, los muertos y las mujeres « purgadas por el franquismo » la tienen a ella para esperar respeto y maneras. Tiene mérito que una mujer con un vocabulario de trescientas palabras y cuyo talento político cabe en un dedal, sea capaz de metáforas tan elaboradas y originales. Me parece comprensible que no se quiera retirar de la política; no sólo porque dónde iba a ir, también porque le queda aún gente a la que decepcionar. El odio se alimenta del recuerdo permanente de lo odiado. La paz, la piedad y el perdón azañistas deben ir acompañados de la firme y obstinada voluntad de olvidar. Que no es lo mismo que ignorar. Sin olvido no hay perdón. Lo primero y principal para nuestra paz interior , olvidar a Susana Díaz .
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