Luis Miranda - VERSO SUELTO
La Guardia Suiza
De tanto gritar «Otan no, bases fuera», Pedro García ha pensado que la Mezquita-Catedral tiene algo de Morón o Rota
NI mal necesario ni búsqueda del bien común: la política es por encima de todo el arte de que un grupo de personas, unidas por ideas o por prejuicios, por principios nobles o por intereses de los que se comen y disfrutan, quiera cambiar el mundo y ponerlo a su antojo. A veces el saldo se tiene que celebrar y otras muchas, entre el determinismo de la ignorancia y la cándida apatía de los que siguen al que gana o miran sin hacer nada, lo único que se consigue es que las mentiras se consagren como verdades sólo por publicarse en papel timbrado . Es algo parecido a lo de aquella viñeta del político que se hacía pasar por hombre del pueblo jugando al dominó con los parroquianos de un bar de pueblo. Cuando uno le decía que eso de «órdago» es más bien del mus y que se juega con cartas, el ministro le respondía con sorna pero también con la arrogancia del que sabe que con unos cuantos escaños puede decir que la tierra tiene forma piramidal: «Tráigame un papel y hago un decreto-ley para arreglarlo ahora mismo».
En estos años terribles donde la política es patrimonio del que sea capaz de alcanzar más decibelios cualitativos, pocos como Pedro García encarnan la realidad de aquel que alcanza por un carambola un puesto de gobierno y quiere cambiar hasta el color de las hojas de los árboles con leyes y votos en la mano. Quizá se escuchara a sí mismo en la pasada campaña electoral gritando el «Otan no, bases fuera» , que sólo pudo conocer de muy niño, y haya pensado que la Mezquita-Catedral también tiene algo de Morón de la Frontera o de Rota, como si fuese un trozo de soberanía que se le ha quitado a Córdoba para dárselo a la Ciudad del Vaticano y hubiera soldados de la Guardia Suiza paseando el uniforme de Miguel Ángel del bar Santos al altar de la Virgen de los Faroles.
En realidad la famosa entrevista de Radio Dignidad está viciada desde el mismo origen, porque es la emisora de una gente que vio cómo este mismo Ayuntamiento le concedía con un papel legal lo mismo que habían hecho dos años antes infringiendo varios artículos del Código Penal. El resto no es más que la historia de cualquier político que no haya entendido su tarea: con un cargo y un presupuesto de los impuestos de quienes trabajan, se puede cambiar la historia, decir que los tribunales están en manos del capitalismo financiero y editar libros que relaten el cuento a su gusto. Con todo quizá donde se confiese más Pedro García sea al asegurar que nada más entrar en la Mezquita-Catedral hay cosas que ofenden al arte y a la historia, porque confirma la realidad de todos los que retuitean y piden que el templo sea público: no han leído ni una letra sobre su historia, serían incapaces de explicar nada que se salga de sus argumentarios, apenas lo conocen, y ni antes ni ahora lo han visitado.
Si se parte de eso, no extraña que un señor que tiene una parcela de poder enorme en el Ayuntamiento critique al mismo tiempo a la Iglesia y quiera contar que el Papa está en realidad, aunque él no lo sepa, con Izquierda Unida y con la plataforma de la Mezquita para todos y todas, como si fuera a esperar que cualquier día de estos apareciera con una camiseta del corazoncito y los arcos y lo sacara el tal Antonio Manuel en sus soflamas edulcoradas como la esperanza verdiblanca que permita poner en el mihrab la sede de la Presidencia de una Andalucía independiente .