Contramiradas
Guadalupe Codes, jurista y escritora: «La vida es teatro y ahora mi papel es el de desconcertar»
La mujer que tienen en la imagen ve el mundo en greguerías. Que es una forma de vivir como otra cualquiera, a caballo entre el ingenio y el surrealismo
Quiso ser inventora, se convirtió en jurista y ha acabado escribiendo greguerías. Tal cual. Asegura tener más de mil guardadas en el cajón, parte de las cuales incrustó en su primera obra de teatro del absurdo, «El va y ven», bendecida por el mismísimo Albert Boadella . En marzo, publicará «Elogio de la cordura» .
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Es devota de Ramón Gómez de la Serna , precursor hace ya más de un siglo de este género brevísimo y mordaz. Y bien que se percibe en su escritura. «Empecé a notar que me surgían greguerías cuando iba por la calle caminando», revela Guadalupe Codes delante de un zumo de naranja con dos cubitos de hielo. «Me cruzaba con una señal de prohibido y veía un buzón de correos. O me topaba con una farola en medio de la oscuridad y pensaba que era una sauna de vapor individual». Y así todo.
Ve usted el mundo en greguerías.
Sí. Y las sigo apuntando en una libreta. Tengo más de mil escritas.
¿La vida es una greguería que termina mal?
La vida es no dejar de aprender. Además de docente yo soy también muy discente. Una persona muy curiosa. Podíamos comparar la vida con una tarta con muchas velas : la única hoguera que enciende el paso del tiempo.
Su expediente académico informa que nació en Jaén , estudió en las Teresianas, pasó por el College of the Holy Child Jesus, se matriculó en la Universidad de Córdoba, continuó en la madrileña de San Dámaso y completó su formación en Urdino, Regio Calabria y Mesina. Fue una excelente estudiante , según atestiguan sus notas, y ha sido profesora en la Facultad de Derecho durante veinte años. Junto a su padre escribió un sorprendente «Derecho civil en versos» y ahora cultiva el ingenioso género de las greguerías ilustradas en acuarelas. Lo que no perdona es su puntual aperitivo de cada día. Amén.
¿Y qué hace una jurista como usted escribiendo teatro del absurdo?
Yo iba al teatro desde pequeñita porque me gustaba muchísimo. Empecé a leer el teatro griego: Sófocles y Esquilo , de quien me llamó la atención que estaba en contra de la democracia.
No será su caso, ¿no?
No, pero fíjese: tengo en la cabeza muy presente lo que le escuché una vez a Boadella y es que no tengo clara la idea de una cabeza, un voto. No sé si sería el mejor sistema.
¿Hay cabezas que no merecen un voto?
No lo sé. Lo que me planteo es que me resulta muy extraño que una persona que no sepa nada de política exterior o de economía pueda decidir quién va a llevar mejor el país. A esa gente se le puede comprar.
«Gombrich dice que no hay arte: solo hay artistas. Pinto acuarelas porque es una forma de escribir también»
Es usted partidaria del despotismo ilustrado.
No, no. Tampoco. No sé cuál sería el sistema mejor.
Ha dicho usted que «al teatro no se va. En el teatro se está».
Efectivamente. La vida es un teatro y los que amamos las bambalinas lo vivimos de un modo muy intenso. Representamos nuestro papel con o sin miedo escénico. Eso depende de cada cual. Yo, por si acaso, llevo siempre un corazón de repuesto [saca del bolso uno rojo de plástico].
¿Usted está interpretando ahora mismo?
Yo no. Pero sí creo que cada uno tiene un papel en esta vida.
¿Y cuál es el suyo?
Ahora mismo el de desconcertar. En esta segunda obra, «Elogio de la cordura», sí que lo he procurado. El artista tiene la obligación de observar , analizar, criticar y provocar al público . Al lector hay que hacerlo pensar.
«Me estoy riendo mucho con mi próxima obra, pero me está costando escribirla»
Pensamos poco.
Creo que sí. Hoy se está muy informado pero poco formado. No le dedicamos rato. Yo todos los días le dedico media hora a pensar . Me siento en un sofá y no hago nada, salvo pensar. Y escribo lo que ha pasado durante el día.
En greguerías.
No. Ahí ya es narrativa pura y dura.
¿Pinta usted acuarelas porque el Derecho le aburre?
No. Pinto acuarelas porque es una forma también de escribir. Son renglones con colores . Es una forma de expresar. Y da igual que se haga con la escritura o con la pintura. Hay muchos premios Nobel que pintaban y escribían . Gombrich , en su obra «La historia del arte», dice que no hay arte: solo hay artistas. ¿Por qué quiero escribir teatro y desconcertar? Porque quiero alcanzar la plenitud de mi potencial. Encontrar mi razón vital, de la que hablaba Ortega. Y eso solo lo sabemos Dios y yo.
¿Y dónde quiere llegar?
Hasta donde pueda. La psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross , que trataba con personas cercanas a la muerte, cuando les preguntaba qué cambiarían de sus vidas, la respuesta más común era siempre que se hubieran arriesgado más.
Es autora de «Derecho civil en versos». ¿Nos lo recomienda?
Claro. Lo escribimos mi padre y yo. ¿Usted sabe que Muñoz Seca versificó todo el código civil para poder memorizarlo? El alumno lo agradece y cada concepto está explicado con un ejemplo.
¿Ha hecho usted algo serio en la vida?
Sí, claro [se ríe abiertamente]. Me he casado y he tenido dos hijos . Y me he tomado muy en serio mis clases. Y mi tesis doctoral.
En marzo se publicará su tercer libro: «Elogio de la cordura». ¿Abandona usted el teatro del absurdo?
¡No! Me estoy riendo mucho pero me está costando escribirla. Y también con greguerías. Lo ideal es buscar algo que no esté hecho. Y lo segundo, intentar hacerlo. Sin ambición personal, como dijo David Gistau , muchas de las cosas admirables no se habrían hecho.
¿La cordura es digna de elogio?
Yo creo que sí.
¿Y qué es lo más absurdo del Derecho?
No lo sé. Quizás que se escriba con renglones torcidos .
De Ramón Gómez de la Serna es la siguiente greguería: «Lo más importante de la vida es no haber muerto».
Pues sí. Y también escribió: «Es mejor tener un corazón alegre que una vida feliz».
«El artista tiene la obligación de observar, analizar, criticar y provocar al público. Pensamos poco»
Usted lo tiene.
Sí, aunque en mi vida ha habido alguna lluvia de confetis grisáceos.
¿Qué libro tiene entre manos?
Ahora tres. «Tío Fred en primavera», de P.G. Wodehouse; «Cómo escribir humor», de Enrique Gallud Jardiel; y «A propósito de nada», de Woody Allen .
Lee usted de tres en tres.
Siempre. Y los acabo todos.
«Me chifla tomar el aperitivo». ¿De quién es esta greguería?
No es una greguería. Es una frase mía y me encanta. Tomar el aperitivo es una costumbre que tenemos en casa. Lo tomamos a mediodía y por la noche. Incluso me puedo ir sola a una cafetería, me llevo un libro para leer o me pongo a observar.
¿Y de la pandemia tiene algo que decir?
Que es una calamidad. Que se nos comunicó muy tarde y que el Gobierno no lo hizo bien. Ahora, en Madrid, el alcalde Martínez Almeida me parece una persona cabal. No lo están haciendo mal. La prueba está en que la curva está bajando considerablemente. Lo que espero es que se solucione lo antes posible y me preocupa el tema de la vacuna.
¿Cuántas greguerías le quedan por ilustrar?
No lo sé. Esto no tiene final.