Rafael Ruiz - Crónicas de Pegoland
El gorro
Es lo que tiene la política internacional. Que te encasquetan el sobrero local a las primeras de cambio
![El gorro](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2015/11/05/s/rafael-opinion-cordoba--620x349.jpg)
A la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, y al teniente de alcalde plenipotenciario, Pedro García, le han colocado el gorro en reciente visita al Perú, donde se encuentran promocionando lo del Patrimonio de la Humanidad en la ciudad natal del novio de la Preysler. Es lo que tienen las relaciones internacionales. Que llega el mandatario local de turno e insiste el hombre en que te pongas el atavío de lagarterana correspondiente como muestra de respeto a las tradiciones propias. Por si las moscas, el señor mandatario de Cuzco aparece en la foto sin tocado porque el gorro siempre se le pone a los demás. No te fastidia.
El séquito cordobés en pleno aparece en la imagen con un chullo que es ese gorrico de lana con orejeras que sirve para aliviar los fríos desde centurias en lo que es el altiplano andino. A la prenda se le tiene ley bolivariana porque es el sombrero de las venas abiertas de América Latina, de la gente humilde del Perú a Chile. Un símbolo de modernidad, por cierto, desde que se lo coloca Manu Chao, que mola cantidad.
La exhibición del gorro local, cuando se va en legación diplomática, es casi una obligación. Así como a los ciclistas de la Vuelta se le coloca el sombrero cordobés, a nuestros mandamases locales les han calzado un chullo con desigual resultado. El rojo se lo han colocado a la regidora, que acaba dándole un aire a Caperucita. Definitivamente, Pedro García debería probar con la boina porque el sombrero andino por antonomasia no acaba de cuadrarle. A Pedro, el chullo le hace Perico. No sé si me explico. El resto del séquito -busquen la foto en las redes sociales- tiene pinta de «oh, cielos, como vean esto en el bar de mi barrio me muero».
En realidad, defiendo el derecho inalienable del pueblo soberano a echarse unas risas a costa de sus representantes electos como parte de un contrato social. Y las visitas con gorro son una alternativa como cualquier otra. Propongo, solemnemente, un viaje oficial a México para inmortalizar el asunto con sombrero charro o a cualquier punto de la India para probar qué tal con turbante. Muy mal por los servicios de prensa del municipio por no haber facilitado la foto desde primera hora y que fueran los compañeros peruanos quienes realizaran ese impagable servicio a la cordobesía. Que no se quejen los fotografiados. Yo recuerdo a una alcaldesa que se comió el ojo de una cabra con tal de no hacerle un feo a los anfitriones, militares por supuesto.
Ustedes se podrán preguntar qué puñetas hace tanta gente por ahí, en ese mundo, a costa del contribuyente en un acto que nunca ha sido lo que se dice un objetivo municipal prioritario. Efectivamente, la cosa podría haber sido menos aparatosa. En realidad, todo es un síntoma de que se ha acabado la crisis y ya salen ediles y funcionarios por el orbe cristiano sin que se le pregunte a cuánto el vuelo para traerse a Rafa Nadal. Que de dinero no se habla en la mesa, niño.