MEDIO AMBIENTE
El Gobierno exige a la Junta más medidas para evitar vertidos como el de la orujera de El Tejar
El vertido afectó a 21 kilómetros del cauce y creó daños en el mismo por más de 244.050 euros
Los daños provocados por el ser humano al medio ambiente, ya sean intencionados o fruto de un accidente, tienen consecuencias difícilmente cuantificables en dinero . Y lo peor de todo son las lagunas que se destapan en los protocolos de seguridad y planes de prevención de las administraciones competentes cada vez que se registra alguno de estos casos.
Es lo que ocurrió con el vertido de orujo de la cooperativa Oleícola El Tejar el pasado junio. Según la versión de la empresa, la rotura de una tubería fue el desencadenante del vertido de los residuos procedentes de la aceituna al cauce del río Guadalquivir , cuyos daños están aún por valorar pero de los que el Gobierno central tiene ya algunos datos.
Así, según las investigaciones, «la lengua contaminante alcanzó finalmente una longitud de alrededor de 21 kilómetros por los términos municipales de Pedro Abad (donde se ubica la orujera), El Carpio , Villafranca , Córdoba y, en menor medida, aguas abajo, según indica el Ejecutivo central, a una pregunta parlamentaria del diputado de Ciudadanos por Córdoba Marcial Gómez .
En la misma, se indica que el vertido afectó «significativamente a la calidad de las aguas», produciendo un daño al cauce cifrado en 244.050 euros . Además, se produjo «una mortandad de organismos acuáticos, recogiéndose 6,3 toneladas de cadáveres de peces ».
Extremar la prevención
En la respuesta del Ejecutivo central queda reflejada la falta de coordinación entre las administraciones. Así, se detalla que la Junta tuvo conocimiento del accidente siete horas después de que se produjese , es decir, a las 13.27 horas del pasado 19 de junio. La CHG comenzó a actuar «inmediatamente tras tener conocimiento del hecho a las 13.30 horas del pasado 20 de junio», reconoce el Gobierno central.
Es decir, pasaron 24 horas sin que el máximo organismo de control de la cuenca tuviese conocimiento y, por lo tanto, pudiese actuar para mitigar los daños. Lo que se hizo fue regular el caudal del río para facilitar la dilución del vertido, forzar la oxigenación de la masa afectada y disminuir la duración del periodo de anoxia (falta de oxígeno en la sangre) de la fauna acuícola.
El jefe de zona de la CHG en Córdoba, Pedro Escribano , explicó en su día que no es que hubiese fallado el protocolo de seguridad es que, simplemente, «no existe» . Y abogó por crear un plan de trabajo entre administraciones porque este tipo de accidentes no se puede dejar «para la reacción con la lógica o la buena voluntad » de los responsables de turno.
El Ejecutivo central advierte que el vertido se produjo en unas instalaciones cuyo control y autorización compete a la Junta y le insta a «adoptar las medidas preventivas » necesarias dado que «existe un buen número de actividades similares a ésta repartidas por la cuenca del Guadalquivir».
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