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La Gloriosa y su enseñanza

Para que en 1874 los Borbones volvieran, no hacía falta pasar por el caótico Sexenio Revolucionario, lleno de choques e inestabilidad

Recreación de la Batalla de Alcolea el pasado mes de septiembre ÁLVARO CARMONA
Juan José Primo Jurado

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Recientemente hemos conmemorado en Córdoba el 150 aniversario de la segunda batalla del puente de Alcolea . Y digo segunda porque la primera se libró en junio de 1808 entre tropas invasoras francesas y un improvisado ejército español . La que recordamos ahora tuvo lugar el 28 de septiembre de 1868, de nuevo, en el estéril siglo XIX , un enfrentamiento entre españoles . Los profundos desaciertos en el Gobierno de la reina Isabel II , en el trono desde que tenía sólo 3 años, en 1833, su complicada vida personal, la camarilla que la rodeaba , la crisis económica y el autoritarismo y aislamiento político en que terminó, provocaron en septiembre de 1868 una revolución llamada la Gloriosa . La batalla de Alcolea será el choque clave que provocará la expulsión de España de la dinastía de los Borbones .

Que en Alcolea, entonces pedanía de la capital, hubo un combate es evidente por el millar de muertos y heridos y porque ambos bandos pusieron en acción todas sus armas y se llegó al cuerpo a cuerpo . Pero pesando mucho en el ánimo de los revolucionarios que habían provocado un enfrentamiento civil, guardaron en gran manera las reglas de cortesía y procuraron disminuir los efectos del choque, reduciéndolos a lo imprescindible. Ni una víctima no militar, ni un fusilamiento de prisioneros , ni una sola represalia entre los vencidos. Se había producido la última batalla romántica .

La batalla sobre el Guadalquivir en Alcolea resultó decisiva para el rápido éxito de la revolución en España. Una posible derrota de los sublevados habría provocado una guerra civil que, a la postre, concluiría también con la derrota de los partidarios de Isabel II, pues ésta era repudiada por la gran mayoría del país en ese momento de su reinado. Conocido el desenlace de la batalla, el presidente del Gobierno envió un famoso, lacónico y urgente telegrama a la reina, quien de veraneo en San Sebastián se aprestaba para retornar a Madrid: « Que no venga. Ya no hay remedio ». Inmediatamente Isabel II se exilió en Francia. Nunca volvió a pisar España, ni siquiera cuando reinó su hijo Alfonso XII , falleciendo en París en 1904 .

Las conmemoraciones de esta batalla se han quedado en las consecuencias inmediatas que produjo, celebrando en cierta manera lo que significó de revolución y expulsión de los Borbones , pero ignorando lo que vino después. Siendo importante el ser la primera vez que un monarca era expulsado de nuestro país, la convulsión que generó la mezcolanza de fuerzas políticas, unidas solo por el rechazo a Isabel II, resultó caótica. La victoria de Alcolea dio pasó en España al conocido como Sexenio Revolucionario , seis años de 1868 a 1874 de experiencia democrática que conocieron elecciones libres, libertad religiosa y una nueva Constitución.

Durante esos seis años se sucedieron: un Gobierno provisional encabezado por el general Serrano, primero, y por el general Prim después ; la búsqueda por Europa de un rey para España; el atentado mortal contra Prim ; el reinado de Amadeo I de Saboya; y la Primera República, de once meses de duración y con cuatro presidentes . La Tercera Guerra Carlista y los alzamientos cantonales ensangrentaron España. Ante ese caos, el 29 de diciembre de 1874 y de la mano de Cánovas del Castillo, Alfonso XII , hijo de Isabel II, conseguía de forma pacífica la restauración de los Borbones e iniciar un reinado de forma inteligente, plural y productiva para los españoles .

Para alcanzar ese final no hacía falta pasar por un sexenio tan lleno de inestabilidad, esterilidad política, experimentos fracasados y enfrentamientos. Habría bastado que tras el combate en Alcolea los españoles, sus líderes, usaran la cabeza para pensar y no para embestir, se hubieran puesto de acuerdo y priorizado el bien común para España. Esta es la verdadera conclusión que hay que sacar del decisivo choque sucedido en tierras cordobesas hace 150 años. Esa es la enseñanza que debemos extraer de esta historia. Y la cuestión candente que debemos plantearnos hoy es si el pueblo español, sus dirigentes, están más cerca del sentido común de Cánovas o del país que hizo exclamar a Amadeo de Saboya, en su abdicación y marcha: «Los españoles son ingobernables ».

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