Aristóteles Moreno - PERDONEN LAS MOLESTIAS

Futuro simple

Desde 2008, el C4 es una realidad inminente. La consejera de Cultura acaba de anunciar que (ahora sí) se abrirá antes de final de año

A estas alturas de la película, la única pregunta interesante que hacerse sobre el C4 es a cuántos consejeros de Cultura acabará liquidando. Ya van cuatro. Pero la nómina podría alcanzar una cifra indecorosa. El poder mortífero del Inefable Edificio cuya Función Nadie Conoce es demoledor. Pasan los consejeros del ramo, los directores generales, los jefes de negociado y los alcaldes y allí sigue ingrávido ajeno a esta delirante carrera del absurdo hacia ninguna parte.

La consejera Rosa Aguilar acaba de anunciar que (ahora sí) el C4 se inaugurará antes de que concluya el año. En el caso inverosímil de que este año realmente concluya alguna vez. Pues bien. Hay que reconocerle cierta valentía. Anunciar por quinta vez consecutiva la apertura del C4 es un acto de arrojo político poco común en la escena autonómica. Y eso tiene mérito, estimado contribuyente. La señora Aguilar podría haberse refugiado en el futuro condicional o en el pretérito imperfecto del subjuntivo. Pero ha optado por el futuro simple de los responsables públicos audaces. Inauguraré. Adelante.

El futuro simple es el tiempo verbal que usó la consejera Rosa Torres en septiembre de 2008. Puso la primera piedra del Inefable Edificio y anunció un plazo de tres años para la puesta en marcha del gran faro de la cultura contemporánea andaluza. Eran los años en que atábamos los perros con longanizas y los consejeros tiraban de billetera que daba gusto. Planificaban sobre plano y colocaban banderitas en el mapa victorioso de su mandato. Luego vino lo que vino y ahí tienen la colección de maquetas para corroborarlo.

Desde septiembre de 2008 ya ha llovido. Por mucho cambio climático que anuncie la comunidad científica internacional. Han llovido promesas como chuzos y consejeros autonómicos a cántaros. Llovió, por ejemplo, una mañana de diciembre de 2010 el señor Paulino Plata para anunciar el inminente nombramiento de un director del Inefable Edificio. Aquello no fue lluvia. Fue granizo. Y tiró, cómo no, del futuro simple. La Consejería nombrará en las próximas semanas, dijo. Ya. Vale. De acuerdo.

El consejero Plata evacuó una cosa más inquietante, si cabe. Su departamento, señaló, se marcaba como prioridad establecer los usos del centro. Es decir: primero se construye el edificio y luego se determina para qué diablos se construye . Si la política es el arte de la representación, como diría Alfonso Guerra, en el extraño caso del C4 es el arte de la representación del teatro del absurdo. Que no es lo mismo pero es igual.

A principios de 2014, el Inefable Edificio ya se había cargado a dos consejeros. En esas, llegó el señor Luciano Alonso con su futuro simple en el bolsillo. El C4 estará operativo para finales de año, sentenció. Con dos bemoles. Lo bonito de un consejero del ramo es esa capacidad admirable de tirarse por el barranco del futuro simple. Hay tiempos verbales más prudentes aunque, también es verdad, con menos glamour. Y el glamour está en la audacia, en la determinación, en el futuro simple.

Llegó finales de 2014. Y leche picón. Y en el primer trimestre de 2015 se sacó de la recámara otro futuro simple del carajo y nos anunció un proyecto «exigente y rompedor». Fue entonces cuando compuso aquella frase críptica que alguien debería intentar descodificar algún día: «Un laboratorio de nuevas expresiones artísticas y culturales generadoras de tendencias en el amplio abanico del arte».

La consejera acaba de confirmar que el Inefable Edificio será inaugurado antes de fin de año. Y nosotros no tenemos ninguna razón para dudar de este bello futuro simple que está a punto de hacerse presente continuo .

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