Aris Moreno - PERDONEN LAS MOLESTIAS

Fruta de temporada

Cada semestre las fuerzas vivas de la ciudad abordan el dilema de los veladores como si el artículo 4 de la ordenanza no existiera

Veladores en la plaza de la Corredera ARCHIVO

EL artículo 4, apartado 1, letra a) de la ordenanza de veladores dice exactamente lo siguiente: «Preferencia del uso común general, en particular, del tránsito peatonal, debiendo garantizarse que las terrazas no mermen la indispensable seguridad, comodidad, fluidez y accesibilidad para todos los usuarios». Hagan un esfuerzo y pasen por alto, aunque sea por una fracción de segundo, ese gerundio administrativo que duele como una endodoncia. Vayamos al texto.

Bien. El artículo que acaban de leer es el principio básico de un brindis al sol. Otro más de un corpus interminable de normas que pintan un mundo estupendo sobre el papel. Si las leyes, para desgracia de ustedes, queridos contribuyentes, son a menudo papel mojado, la ordenanza de veladores es la repanocha. Signifique lo que signifique la repanocha.

El texto establece la preferencia del uso común general, en particular, del tránsito peatonal. Así leída, la norma resulta impecable. No requiere de más explicaciones adicionales. Pero, claro, usted coge el texto y lo coloca encima de la calle de la Plata, por poner un sencillo ejemplo, y se parece como un huevo a una castaña. Decimos la calle de la Plata como podríamos haber dicho la calle Enrique Romero de Barros, la avenida Barcelona o decenas de vías del callejero urbano expropiadas por la cara.

No hace falta, por lo tanto, ir a la segunda parte del artículo 4 para darnos cuenta del dislate. Sobre todo cuando garantiza que las terrazas no pueden mermar la seguridad, comodidad, fluidez y accesibilidad para todos los usuarios. No pueden mermar, no. Pero merman. La seguridad, la comodidad, la fluidez, la accesibilidad y la hostia en verso. Solo hace falta dar un paseo cualquier tarde para comprobar que el artículo 4 de las ordenanzas citadas es literatura bucólica.

Hay una vida en el interior de las normas y otra muy distinta en la realidad de todos los días. En la primera, gobierna el sentido común y la regulación de los intereses ciudadanos en conflicto. En la segunda, el ventajismo y las tiendas de campaña en medio del acerado. Porque esa es otra. La proliferación de entoldados y cerramientos del espacio público. Una especie de privatización del callejero urbano para desgracia y escarnio del artículo 4.

Así las cosas, cada semestre se reúnen las fuerzas vivas para intentar resolver un problema que ya está resuelto en la ordenanza correspondiente. Los hosteleros, los comerciantes, los vecinos, la administración pública y, ahora también, los peatones. Del mismo modo en que la hoja caduca se cae del árbol con la llegada del frío, las fuerzas vivas abordan el dilema de los veladores como si fuera una fruta de temporada.

No le den más vueltas. Ahí tienen el artículo 4 y subsiguientes, almas de cántaro. Solo tienen que creer en las ordenanzas que ustedes mismos promulgan y aplicarlas con arreglo a su letra y respeto a su espíritu. De lo contrario, las normas habitarán su propio universo mientras la realidad de la calle construirá el suyo particular. Y luego, queridos contribuyentes, pasa lo que pasa.

Pero no se confundan. Somos entusiastas defensores de la terraza al aire libre y el tinto de verano con rodajita de limón. Va en nuestro ADN. Siempre y cuando no nos privaticen el espacio público ni nos trituren el artículo 4 de la ordenanza correspondiente.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación