TRIBUNA LIBRE

Fray Ricardo, siempre Fray Ricardo

No se explica la evolución de la Semana Santa de Córdoba sin su intervención

Fray Ricardo, durante un homenaje que le realizó la hermandad de La Paz Valerio Merino

Antonio Varo

HABLÉ por primera vez con Fray Ricardo de Córdoba el 5 de octubre de 1975 . Él era un joven capuchino al que quedaban dos meses para recibir la ordenación sacerdotal, y yo un universitario al que restaban tres años para acabar su licenciatura. Fue en un viaje a Sevilla , para ver una salida extraordinaria , y hablamos de nuestros proyectos respectivos. Vi a un hombre muy inquieto , lleno de proyectos, de energía y de ganas de trabajar por la Semana Santa de Córdoba.

No he sido de los que han estado en su círculo más cercano, pero nunca perdimos el contacto y siempre que podíamos intercambiábamos impresiones, recuerdos y valoraciones. Vi desde media distancia su ingente labor en los años 80 y 90 del pasado siglo, donde todas las cofradías que tenían algo que hacer para crecer en lo humano o en lo patrimonial contaban con él : fundó o revitalizó cofradías, predicó cultos, diseñó mantos, palios y bambalinas, gestionó la llegada de imágenes nuevas y propuso -y a veces impuso- el nombre de los imagineros, bordadores u orfebres que realizarían los encargos. Digámoslo directamente: sin Fray Ricardo no se puede explicar la evolución de la Semana Santa de Córdoba en las dos últimas décadas del siglo XX , aunque alguno de los proyectos que impulsó haya sido después eliminado o modificado más o menos sustancialmente.

Hablé por última vez con Fray Ricardo en la cena que siguió al pregón de Semana Santa de este año, el pasado 6 de abril . Estaba pletórico y era el Fray Ricardo de siempre : tenía la misma energía en la mirada y en la palabra, pero en su conversación pesaban ya más los recuerdos que los proyectos; asomó, además, la preocupación por el fututo de su ingente colección de dibujos, escritos, libros, carteles y demás documentos relacionados con su trayectoria. Quizá -le propuse- la mejor solución sería una donación a la Agrupación de Cofradías o a alguna de las hermandades con las que más estrechamente colaboró en sus muchos años de servicio.

Lo vi por última vez el pasado Martes Santo , con la vara de la Hermandad del Cister en la mano . Ni él ni nadie nos podíamos figurar que estaba a punto de pedir la venia para hacer en las alturas la más definitiva e importante estación de penitencia. Estoy seguro de que, con una sonrisa en los labios, la Reina de los Ángeles le habrá dicho: «Venia concedida».

Fray Ricardo de Córdoba, descansa en paz y ruega por nosotros .

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