Cartas a Córdoba

Séneca maltratado

Sería hermoso que la Biblioteca nueva recuperase el recinto ajardinado de una antigua biblioteca popular

Bancos con azulesjo de los Jardines de la Agricultura en Córdoba Rafael Carmona
Francisco Solano Márquez

Francisco Solano Márquez

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Querida Córdoba : Cuando a los coches les dio por aparcar, hace años, en tu plaza de Capuchinos, mancillando su geometría de cal y cielo, evitaba cruzarla para no llevarme un disgusto. Y lo mismo me suele ocurrir cuando, al cabo de algún tiempo, me asomo a rincones irrepetibles y observo su degradación u olvido. Por ejemplo, llevaba tiempo sin acercarme al recinto donde estuvo la Biblioteca Séneca en tus Jardines de la Agricultura . Ayer lo hice y sufrí, sufrí al ver aquel abandono ingrato en lugar tan céntrico.

Como recordarás, Córdoba, tu Biblioteca Séneca se creó a principios de los años veinte, hace ya un siglo, en una explanada de tus Jardines de los Patos , como los llama el pueblo, aprovechando una caseta hexagonal dedicada entonces a guardar las herramientas de los jardineros, que fueron reemplazadas por libros, qué gozada, libros; dos mil llegaron a reunirse, a disposición de los cordobeses que acudían a ilustrarse. Libros libres. Estuvo activa unos cuarenta años, y algunos de ellos llegó a contabilizar más de 20.000 usuarios. Fue una iniciativa promovida por eruditos ilustres como Rafael Castejón y José María Rey Díaz , con el fin de que sirviese de «ameno y deleitoso solaz al entendimiento de los que concurren a aquellas deliciosas frondas», como decían en su solicitud.

Y aunque la biblioteca desapareció hace más de sesenta años, quedan allí los bancos de mampostería , revestidos de vistosos azulejos sevillanos, en los que se sentaban los lectores. Aquello es hoy una joyita olvidada y maltratada , pues tu Ayuntamiento, Córdoba, lleva muchos años sin prestarle atención, y los vándalos han ido dañando los bancos con saña, una pena . Forman los bancos un perímetro ovalado sombreado por altísimos plátanos, y en sus respaldos figura una treintena de sentencias de tu ilustre filósofo Séneca , como éstas: «El miedo aconseja siempre muy mal»; «Nadie querría la vida si no la recibiera por sorpresa»; «La crueldad nace siempre de la debilidad», etcétera. Algunas de las sentencias están tachadas con pintadas y otras desaparecidas o en trance de hacerlo.

Y digo, querida Córdoba, que ahora que se ultima la construcción de la nueva Biblioteca Pública del Estado junto a aquel recinto olvidado, una partida de dinero público -qué más da que sea el Ayuntamiento o Cultura, pues todo sale de nuestros bolsillos- se destine a restaurar y recuperar los bancos para que recobren su dignidad y su función cultural. ¿Te imaginas, Córdoba, un salón al aire libre, bajo la grata sombra de los plátanos, donde organizar recitales poéticos o presentaciones de libros, y así Séneca no seguiría avergonzándose de un recinto que lleva su nombre y está condenado a la desaparición? Sí, sería hermoso que la biblioteca nueva apadrinase la recuperación de la antigua biblioteca popular y la incorporase como noble antesala para salvarla.

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