Cartas a Córdoba
Un camino verde junto al canal
Hay que integrarlo, superando la barrera con pasarelas que conecten ambos bordes
Querida Córdoba: Siempre se ha dicho que tenías dos dogales que te asfixiaban y limitaban tu expansión urbana: las vías del tren al norte y el río al sur. Las vías y la estación se resolvieron con prisa para la Expo 92 , obligando a arrasar una gran parte del yacimiento arqueológico de Cercadilla , perdona que me repita. En cuanto al río, cuya visión nos roba esa invasión vegetal descontrolada, se ha ido salvando también con los cinco puentes construidos en las últimas décadas, una proporción bastante favorable frente al puente único que tuvimos desde la época de Augusto hasta que en 1953 se inauguró ¡el segundo!
Pero hoy me refiero, querida Córdoba, a otro dogal más liviano como es el canal del Guadalmellato , una infraestructura para riego construida en el lejano 1929 que nace hoy del embalse de San Rafael de Navallana , recorre la vega del Guadalquivir y desemboca cerca de Almodóvar , tras atravesar la zona residencial del Brillante y convivir con la acelerada expansión urbana por poniente. Para hacerlo más presentable, se realizan ahora reparaciones puntuales de su vaso trapezoidal de hormigón, que dirían los técnicos, para quitarle las imperfecciones acumuladas en noventa años, como un lifting vaya, aunque me temo que no sea suficiente para su buena convivencia con los nuevos barrios occidentales que han ido surgiendo al pie de tu Sierra.
En muchos de sus tramos el canal ha generado un bosque en galería paralelo, que junto con el camino de servicio existente junto a su borde meridional permite atravesar casi todo tu término municipal en dirección este-oeste. Es decir, que con una adecuada inversión y algo de imaginación tienes ahí, querida Córdoba, la posibilidad de brindar a tus senderistas , paseantes y ciclistas , tan en auge, un espléndido camino verde, ahora tan valorado.
Así que no hay que rechazarlo, sino integrarlo, contrarrestando además su condición de barrera con pasarelas que conecten ambos bordes, como se ve en tantos países europeos, cuyo paradigma es Holanda, donde los canales domesticados e integrados son un lujo del paisaje urbano. Pero además de restañar heridas por las que se pierde el agua sin provecho para nadie, habrá que mantener el cauce limpio de lodos y de vegetación invasora, conseguir una lámina de agua estable y transparente, mimarlo en una palabra. Para empezar bastaría con sacar del cajón donde esté sepultado aquel Catálogo del Término Municipal de Córdoba -excepto el casco histórico, que ya lo tenía- que, por encargo de la Gerencia Municipal de Urbanismo, el arquitecto Francisco Daroca entregó en 2014, sin que se le haya hecho el menor caso, lo que supone la desprotección y consiguiente pérdida de muchos de los trescientos elementos catalogados, entre monumentos, edificios, conjuntos, hitos, cortijos, haciendas, elementos arqueológicos e infraestructuras como el canal, que quedarían así protegidos. Vamos, Salvador Fuentes .
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