Cartas a Córdoba
Badanas 15, el patio del cartel
No sé si estamos a tiempo, querida Córdoba, de que tus autoridades municipales, a través de Vimcorsa, rescaten y devuelvan la vida a esa casa de leyenda popular
Querida Córdoba: El cartel de la Fiesta de los Patios de este año muestra una pintura del recordado artista Juan Martínez Cerrillo que plasma el patio de la calle Badanas 15. Un histórico del Concurso municipal, pues participó 25 veces, entre 1933 y 1968, ganó el primer premio en diez ocasiones y, por si fuera poco, obtuvo cuatro segundos premios y cinco de Honor, lo que le acredita como uno de los más premiados del certamen. Un campeón, Córdoba. La casa, que lleva años deshabitada y cerrada, es ahora refugio de gatos vagabundos que entran y salen por una ventana entreabierta desde la que se aprecia la ruina interior. Si el cartel colorista de Cerrillo es la cara, la triste realidad es la cruz.
Repasando la hemeroteca leo en una «Hoja del Lunes» de 1959 que habitaban la casa entonces diecinueve familias que sumaban más de cincuenta personas y que su más activa cuidadora era la casera Elisa Llorente, que a sus 72 años había visto crecer allí a siete hijos y veintiséis nietos. Ya había perdido la cuenta de los premios conseguidos, entre altares domésticos, cruces y patios. Unas dos mil macetas daban color al patio.
El primer premio de aquel año se lo repartieron los vecinos, unas trescientas y pico pesetas por familia, una vez descontados los gastos. Pero para Elisa el premio más importante eran los elogios de los visitantes. Cuando en la primavera del año 1964 Bodegas Campos dedicó una fiesta flamenca a los Duques de Alba en este patio contiguo –en la que participó la temperamental bailaora Ana Carrillo «La Tomata»– los vecinos cautivaron a Cayetana y la obsequiaron con pestiños. Entrañable, Córdoba, ¿verdad?.
En el umbral del siglo XXI conocí allí a la última inquilina, Catalina Fernández , que a sus 71 años resistía en la casa, que amenazaba ruina. Pagaba dos mil duros mensuales por un par de habitaciones cuyo suelo se iba hundiendo sin que el propietario remediara aquella decadencia. El triste aspecto de la casa contrastaba con sus años de esplendor, cuando en Nochevieja los vecinos colocaban una estufa en mitad del patio –como recordaba Catalina– y colgaban un reloj en el testero que daba las horas con el canto de un gallo, así que se tomaban las uvas al compás de sus ¡kikirikís!
No sé si estamos a tiempo, querida Córdoba, de que tus autoridades municipales, a través de Vimcorsa , rescaten y devuelvan la vida a esa casa de leyenda popular que, aunque en avanzado estado de ruina, aún se mantiene en pie de milagro, antes de que sea demasiado tarde, como ya hicieran con San Juan de Palomares 11 , Trueque 4 y Martín de Roa 7 y 9 . Sería la mejor forma de celebrar el centenario del Concurso de patios , ¿verdad Córdoba?
