Pretérito imperfecto

Puñaladas de unidad

Antonio Ruiz se despide del PSOE cordobés sabedor de que le han traicionado por el norte y el sur, por la Campiña y la Vega

Ruiz, a la derecha el pasado viernes VALERIO MERINO
Francisco Poyato

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La disidencia ha muerto en los partidos. ¡Vivan las puñaladas de unidad! Felipe González pidió libertad de expresión por lealtad en el último congreso socialista a la albanesa —que ni búlgara , oiga— de Sánchez . Pero nadie se mueve en la foto por si acaso. Alguna voz discordante que al menos no convierta los congresos en una especie de serie con risas y aplausos enlatados... Mucho silencio, plasma y señal televisiva precocinada. Más mesas camilla y menos Netflix . Hubo un tiempo en que la lucha por el mando en un partido llevaba meses de pelea entre clanes, barones, ‘outsider’, mirlos blancos y candidatos a palos.

Ahora el debate y la ideología ha muerto y el dedo señala desde el primer momento al agraciado (o agraciada) y lo demás es pura paja para intentar revestir de efectismo y seso político una jerarquía sin pestañeo y mucho Youtube . Ha muerto el ‘susanismo’ en Córdoba una década después de que la reinona de Triana desplegase su pomposa estructura almidonada de falderos por todo rincón viviente de la provincia. Llegaba Susana y era una línea horizontal interminable por la calle de adhesiones inquebrantables. Antonio Ruiz , alcalde de Rute y presidente de la Diputación , se ha quedado solo y acribillado a puñaladas de cariño y arrumacos de cinismo pensando que aquella querencia que él palpaba hacia la que quiso ser la más grande aún tenía mimbres y compromiso de disputar el sillón más importante de la ejecutiva. Ruiz se despidió del partido el viernes, sabedor de que le han traicionado por el norte y el sur, por la Campiña y la Vega , después de haberse comido algunos marrones que no eran suyos. Y ahí sigue la alfombra. Apeló a las siglas, pero vencen los sillones y la nómina pública. Cuestión que, por lo demás, pivota ya en la hemodinámica de los otros partidos.

El PSOE andaluz siempre fue piramidal, caciquil y medieval si me apuran: cada señor cuidaba de su feudo (o provincia) para proporcionarle al ‘rey’ Chaves o Susana la ‘pax eterna’ que se pagaba con una silla en la mesa redonda de la majestad. Ahora que es Ferraz quien manda en el socialismo andaluz, todo es vertical y unidireccional, muy al modo del invento de Albert Rivera y los falsos círculos de Iglesias; muy en la línea del partido de Abascal. Y muy en el enfoque de lo que Pablo Casado quiere, aunque encuentra más resistencia. Partidos unívocos, unidireccionales y uniformados hasta la endogamia de la propia fabricación en serie de sus candidatos y dirigentes. De su verbo y cuerpo. De su posado en Instagram.

Llega Rafi Crespín como mandamás socialista en Córdoba . Y detrás, la estela de la otra mujer poderosa en el mapa: la alcaldesa de Montoro . Mujer más discreta siempre y más valorada. Ambas, señaladas por el ‘sanchismo’ en lo institucional y orgánico por si quedan dudas. Todo lo demás que han visto y oído, y lo que pueden imaginarse, es puro ‘lampedusismo’. Ande yo caliente...

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