Pretérito imperfecto
Sala de máquinas
La mala coyuntura no es excusa para renunciar al sitio, la dedicación y el brillo que la cultura debe tener en Córdoba
La remodelación del gobierno municipal anunciada por Bellido mira más a lo que está por venir que a lo que ha podido pasar hasta el momento (que algo ha habido también). Deja el sabor agridulce de condenar a un área tan significativa en Córdoba como Cultura al escaparate conjunto de fiestas mayores y menores, farolas, jardines y enclaves históricos del Casco. Dos discursos completamente distintos, que pueden hallar confluencia a la hora de convertirlos en reclamo turístico , pero que, en condiciones normales discurren por sendas diferentes. Tan necesarias una como la otra. Lo que hace un año era una prioridad estratégica cuando se marchaba Juanmi Moreno Calderón -y debe serlo siempre en esta ciudad, aunque los resultados sean muy entristecedores y en ello todos los partidos tienen culpa, lo cual merece otra seria reflexión tras el fiasco de la Capitalidad Cultural en 2011-, ahora pasa a segundo plano obligado por las circunstancias y ante un horizonte muy gris y con prioridades de otro prisma. Con la incertidumbre objetiva y viva de las restricciones y aforos en espectáculos y eventos que ni siquiera tienen asegurada a día de hoy su celebración en otoño. Aunque tampoco esta mala coyuntura puede servir de excusa para renunciar al sitio, la dedicación y el brillo que la cultura debe tener en Córdoba. Aunque cueste entenderlo en los alivios del pragmatismo, forma parte de una seña de identidad a la que no podemos soslayar. Y no creo que en el ánimo de Bellido esté reducir este enfoque. Su modelo político de Paco de la Torre en Málaga es la prueba rotunda de lo que la cultura en mayúsculas puede conseguir para una metrópolis, justamente, en una década y media donde la crisis económica hizo palpable acto de presencia. La decisión, pues, tiene sus riesgos y sus condicionantes y sólo el tiempo dará o quitará razones.
El alcalde confía mucho en su sala de máquinas, también para estos cambios que van a dotar a la segunda fila de las Concejalías afectadas de un papel crucial para llevar el peso diario de la gestión. Se ha demostrado en el rol que va ganando en su equipo Ramón Díaz Castellanos , nudo gordiano del grueso de empresas y organismos municipales y ahora coordinador del plan turístico pactado con los empresarios para hacer frente a esta crisis y los nuevos tiempos que van a llegar. Y ha ido apuntalando otros perfiles cuando los incendios han prendido -los problemas del Instituto Municipal de Deportes - y la flexibilidad de los delegados alcanzaba un límite humano.
Puede que esta primera crisis de gobierno, que podría haberse resuelto con un simple intercambio de piezas por la salida de Laura Ruiz , obligue al alcalde a fajarse más de puertas para adentro para que la maquinaria responda al reto que se avecina: que la ciudad no se caiga y que su Ayuntamiento, en un envidiable estado frente al que presentaba hace una década en las puertas de la recesión, sea ese motor que siempre se reivindica y que ahora es más urgente. Hay que corregir tics sobre los que la oposición municipal le está ya dando avisos serios que serían más broncos si la tesitura de la calle fuera otra.
No lo tiene fácil Bellido, cada vez menos, ni tampoco se lo va a poner fácil su aliado de investidura, Vox , que viene demostrando en las últimas semanas el ejercicio de una oposición por oposición sin una lógica palmaria, que un día pide la dimisión de la parte de Ciudadanos del cogobierno , y al poco, lo contrario, que el PP deje paso a la formación naranja. Sus electores habrán de analizar estas fintas políticas. Vienen tiempos recios.