Pretérito imperfecto
Plas, plas, plas
Estado de aplauso generalizado en balcones, azoteas y ventanas a Sánchez para cuando vuelvan a confinarnos
El narcisismo cesarista pide espejo y el culto a la mentira perfuma la estancia en un poder que se ufana de la tragedia. El asesor aúlico le da al botón de «play» y suenan los aplausos en carne viva como las risas enlatadas que marcan los tiempos del humor forzado. El que no toque las palmas en la bancada es como el que no sale en la foto ni en las próximas listas. El aplauso es el nuevo marco mental fabricado. Un país palmero con el líder que ha traído el maná que remediará la calamidad y que desescaló al virús que osó ponerlo contra las cuerdas. Estado de aplauso generalizado en balcones, azoteas y ventanas a Sánchez para cuando vuelvan a confinarnos. Porque no se nos puede dejar solos con los brotes irresponsables, e iremos en su busca a rogarle un nuevo orden mental para nuestras livianas vidas: el reconfinamiento preventivo.
Hay mentiras piadosas, mentiras inteligentes, mentiras hirientes, mentiras necesarias y mentiras indoloras. ¿Cuál es la vacuna contra las mentiras de Sánchez? No era necesario usar mascarillas ni tampoco había problemas de abastecimiento. Plas, plas, plas, plas... Había «pánico irracional en la calle» en febrero ( Salvador Illa , dixit) sobre el uso de mascarillas frente a un virus casi anecdótico (sic) pero de cuya agresividad se tenían ya datos por diferentes fuentes oficiales. Plas, plas, plas, plas.... Días antes del fin de semana de las grandes concentraciones por el 8-M, partidos de fútbol, mítines, etcétera, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades ya había recomendado a uno de sus integrantes llamado Fernando Simón , no celebrar grandes aglomeraciones, pero se podía hacer lo que se quisiera, porque como dijo la vicepresidenta Calvo , «nos iba la vida» en acudir a esas manifestaciones. Aunque luego la ministra Montero asumiera la verdad de aquella pantomima y cinco días después el docto presidente anunciara en su primera teleprédica el Estado de Alarma. Plas, plas, plas, plas...
Los test iban a llegar a toda la población y las comunidades autónomas tenían suficiente capacidad para hacerlos. Y si hubo problemas de suministro o partidas defectuosas, fueron mínimas y casi minúsculas. Hoy toda la población está testada. Plas, plas, plas, plas... Porque España estaba a la vanguardia internacional frente a la pandemia y había reaccionado antes que toda Europa con medidas tan drásticas... como las que ya habían autorizado Italia o China o como las que iban tomando Dinamarca, Alemania y otros países sin la curva epidemiológica que iba registrando nuestro país. Plas, plas, plas, plas... Porque como dijo Rubalcaba , que en paz descanse, no nos merecemos un Gobierno que nos mienta y no nos diga las muertes reales que la pandemia ha provocado cinco meses después, practicando el arte del birlibirloque, la propaganda y la falta de decencia para ocultar la dimensión de la tragedia que no se ha llorado, que no se ha retransmitido con planos secuencia y tomas cenitales de helicópteros y que se ha dulcificado de manera infantil, bravuconada que estamos pagando ahora en plena relajación. Plas, plas, plas, plas...
Porque el narcisismo cesarista tenía los mejores expertos a su disposición, un comité con el que despachaba cada semana para seguir el minuto de juego y resultado de la desescalada y el ardid de las fases..., pero no había comité de expertos, sino la explosión de adrenalina de Illa y Simón, los nuevos Faemino y Cansado , en una pequeña mesa donde despachaban. Plas, plas, plas, plas, plas...
Hoy Sánchez duerme a pierna suelta, aunque Iglesias sea vicepresidente, contando aplausos, que no ovejitas. Plas, plas, plas, plas...