Pretérito Imperfecto

Paso atrás sin cucharada

Tal vez, hubiese sido más certero zanjar el asunto de los peroles desde el primer instante, por muy impopular que fuese

Un grupo de personas realiza un perol en el parque periurbano de Los Villares de Córdoba Valerio Merino
Francisco Poyato

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Pocas cosas como un perol cordobés aglutinan tantos valores positivos, sin entrar en los detalles de la delicia gastronómica que puede llegar a ser. Pocos momentos como un perol cordobés permiten adentrarse en un catálogo de virtudes escondido entre las etiquetas de la apatía, el tópico del conformismo o el prejuicio de la frialdad. Conocer de verdad la idiosincracia y las claves de esta ciudad . Pocas experiencias como un perol cordobés retratan la celebración de la naturaleza, la vida y el entendimiento entre distintos. Escasas ocasiones como ésta demuestran que el diálogo en torno al ecumenismo de la vianda placentera —y si bien regado está con vinos de tierra albariza, mucho mejor—, en el perfecto protocolo igualitario de la «cucharada y paso atrás», obtiene mejores réditos que cualquier foro oficial, con bancadas, estrados, atriles o niveles jerárquicos. Córdoba es capaz de no mirarse a la cara en muchos días por la calle , pero es lo suficientemente honesta y sincera de decírselo todo entre el humeante sabor de un arroz milenario. Con San Rafael por testigo , festejando a quien ya nos sacó de una epidemia letal, y que custodia cada casa de Córdoba por la bendita razón del nombre que tantos y tantos cordobeses llegan a gala.

Pero hoy, en las vísperas de otro día del Arcángel, las circunstancias son bien distintas, para nada extrañas en la historia de San Rafael y Córdoba, en otro ejericicio de vida cíclica . La situación pandémica y la dinámica ascendente de contagios y presión asistencial que empieza a notarse obliga a llamar a la responsabilidad sobre unas celebraciones que pueden ser un auténtico coladero para el virus. Testado está que el mayor porcentaje de contagios se produce en las reuniones familiares o en aquellos encuentros sociales que juegan en la línea del precipicio. O nos tomamos muy en serio lo que está ocurriendo o tendremos muchos peroles para lamentarnos.

Salud decretó ayer una batería de restricciones en Córdoba capital que afectan a aforos sociales, horarios de bares y restaurantes y uso de la mascarilla en las terrazas y hasta en lo que se nos había dicho que no había problema: la práctica deportiva al aire libre. El virus no cede. A renglón seguido, y tras unos largos titubeos, la Junta de Andalucía anunció el «cierre» del parque de Los Villares y otros tres en localidades aledañas para evitar la celebración de los tradicionales peroles, evitando aglomeraciones. Sin embargo, dos días antes, tanto el Ayuntamiento como la propia Administración autonómica habían lanzado el mensaje de permitir estos «ágapes» populares con límite de 10 personas y en la zona periurbana de la Sierra. No ha cambiado la situación en exceso estas cuarenta y ocho horas para que, tal vez, hubiese sido más certero zanjar el asunto desde el primer instante , por muy impopular que hubiese resultado, y avisando a navegantes que escapen a la parcela para evadir el recado.

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