Pretérito Imperfecto
Los cimientos de Córdoba
La Iglesia buscaba la piedra escrita y ha encontrado gran parte de los cimientos de Córdoba en el libro de la ‘Octava Maravilla’
Córdoba sigue escribiendo su historia milenaria desde sus entrañas y la Mezquita-Catedral es el libro al que podemos acudir de manera privilegiada para leerla con suficiente templanza. El hallazgo revelado esta semana por un equipo de arqueólogos de la Universidad de Córdoba y el Cabildo Catedral , en un ejercicio contundente de transparencia y arrojo, constituye un episodio primordial (y de primera magnitud internacional) para el que las evidencias científicas detectadas en el subsuelo del Patio de los Naranjos eran la tinta necesaria para tantas hipótesis e indicios que virtuosos investigadores de todo el mundo habían dejado esbozados este tiempo atrás.
A falta, tan sólo, de una realidad tangible que no dejara rendijas a la ficción política construida sobre la endeble carga de una prueba en duda refutable. Latente hasta que se demostrara lo contrario.
A la Iglesia no le hacía falta excavar en el alma de la ‘Octava Maravilla’ para acreditar un derecho que la historia, las leyes y el apego emocional y sagrado de toda una ciudad ya le habían conferido durante siglos.
Pero ante el acoso indiscriminado y torticero de casi una década, la Iglesia buscaba la piedra escrita y ha encontrado gran parte de los cimientos de Córdoba que ya buscaron sin éxito casi un siglo atrás. Ha lanzado el pasado contra ese frívolo ejercicio de presentismo que pretende reinterpretar la historia de centurias pretéritas a través de las claves de nuestros días.
El ridículo relato de un Fernando III ‘El Santo ’ con nota simple de cesión a un obispo, o un Estado moderno heredero del patrimonio reconquistado del absolutismo monárquico. La farsa de la inmatriculación registral adquiriente y la ‘compra’ a precio de saldo del monumento universal que tantos años repitió como letanía la ínclita Susana Díaz en la segunda voz de su corifeo.
Sin resquicios históricos y jurídicos, sólo quedaba la impostura política y la presunción de culpabilidad desde la arqueología. El teatro de los bienes inmatriculados echó el telón meses atrás , cuando el infinito informe encargado por la vicepresidenta, que posaba estupenda entre canónigos años atrás, se dio de bruces con lo que notarios, registradores y juristas habían cincelado.
Y ahora, los posibles vestigios del ‘episcopium’ del que fuera complejo episcopal de Córdoba entre los siglos IV y V en una sociedad con una floreciente comunidad cristiana ya, bajo los suelos de la Mezquita Aljama primero y luego Santa Iglesia Catedral , hoy la ‘Octava Maravilla’ en su conjunto, avanzan el carpetazo de una pantomima injustificada que ha hecho más daño que beneficios ha reportado.
Córdoba empieza a escribir una nuevo capítulo de su apasionante historia milenaria que aún guarda demasiadas hojas en blanco. A la altura de Roma, Constantinopla y Jerusalén , sin menoscabo a la exageración infundada, urge la intrépida aventura de seguir buscando piedras escritas. ¿Por qué no la ciudad perdida de Almanzor...?