Pretérito Imperfecto
Carmen, ópera bufa
Carmen Calvo ha sido derrotada por su propio personaje solapando sus capacidades. El ‘sanchismo’ la achicharró
Uno puede estar en las antípodas de Carmen Calvo , pero hemos de reconocerle su fidelidad a una forma de entender la política que, repito, no podremos compartir ni valorar por sus nefastos resultados, en el fondo y en la forma, empero resulta siempre predecible y huérfana del cinismo y la soberbia que encarna quien la ha usado todos estos años -porque ella ha querido- como escudo, parapeto y soprano estelar de la ópera bufa en que se había convertido su presencia en el desgobierno de España. Del Valle de los Caídos al ‘facturazo’ eléctrico . De la ley ‘trans’ a la memoria histórica. Del 8-M a Cataluña. De la Iglesia Católica a sus cuitas con los podemitas... La pandemia. El bagaje es rico.
Uno sabe antes de apretar la grabadora que Carmen Calvo va a decir una barbaridad, sin ambages, y sin terciar artimañas ni puñaladas traperas a renglón seguido, como se las gasta el ególatra y megalómano que acacaba de hacer un ‘Luis Enrique’ en el Ejecutivo anticipándonos un nuevo marco mental: el de la recuperación. ‘Mató’ a la pandemia el día que levantó el Estado de Alarma y ahora firma el final de la crisis con un nuevo Ejecutivo de jóvenes promesas que le permitan brillar aún más como presunto ‘rey sol’ en una ‘época dorada’ que esboza y de la que presume con este movimiento lampedusiano, en el que todo cambia para que todo, siga igual. Y con los mismos cómplices. En realidad Sánchez sólo aspira a salvarse él mismo , y hasta su particular Rasputín ha pagado la factura.
Carmen Calvo ha sido víctima y cómplice de tres -ismos : el ‘chavismo’ andaluz (1996-2004), el ‘zapaterismo’ rupturista (2004-2008) y el ‘sanchismo’ demoledor (2017-2021). Pudo haber sido alcaldesa de Córdoba , privándonos a los humildes chicos de provincias de una impagable campaña electoral con su antagónica Rosa Aguilar . Una feminista de pura cepa entre tres presidentes masculinos que no acabaron con ella precisamente de la mejor manera. Nunca fue primera dama.
Chaves se hartó de ella y de Magdalena Álvarez y les dio boleto a un triunfante Zapatero. Fue, sin duda, la mejor etapa en política de Calvo como responsable del departamento de Cultura en Andalucía, y de la que mejor recuerdo se puede tener con datos objetivos. Pero el de León tardó un mandato en amortizar su valor, y ya entonces doña Carmen se llenó de balón con un lapidario en mármol que acabaría con las existencias de Carrara. Y Sánchez se apoyó en ella cuando fue desterrado por Ferraz y la ha mantenido como pieza clave y flotador de su naufragio hasta su achicharramiento.
La política egabrense ha sido derrotada por su propio personaje que, desgraciadamente, ha solapado por completo su enorme capacidad de trabajo y de negociación -ironías de la vida, siendo la muñidora del 155 en Cataluña con Soraya Sáez de Santamaría -. Y, a mi modesto entender, le ha sobrado en su carrera este último tramo delirante en Moncloa. Pero para un ‘animal político’, es un maravilloso veneno al que cuesta decir ‘no’.