Pretérito Imperfecto

La base de un nuevo tiempo

Es momento de repensar la ciudad ahora que el destino nos brinda un rumbo que vivía escondido en sus propias entretelas

Vehículos militares en el Centro de Mantenimiento de El Higuerón que forma parte de la red logística del Ejército Valerio Merino
Francisco Poyato

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Durante décadas Córdoba ha intentado estirar su deslumbrante pasado para construir un presente tan fugaz como la arena que se va escapando de las manos. La Gran Dama malquerida. Copiaba en el papel las fórmulas exitosas de otros lares, pero ha sido incapaz de materializar alguna con el mismo rédito. Eclécticos sin rumbo fijo. El conformismo disfrazado de Lampedusa gobernaba a sus anchas para que todo avanzara hacia el mismo punto de partida. Mejor cuanto peor.

Injertos de edificios icónicos que le dieran la vuelta a un calcetín urbano lleno de agujeros, que provocaban el rechazo de un cuerpo extraño en un metabolismo viciado como el de Córdoba, que duplicaba, entre tanto, su huella por la gatera. Autopistas al cielo, palacios de nuevo cuño, jardines colgantes, oropeles comerciales, Rabanales Valley, ríos como mares, gauche caviar, póker de museos, la vanguardia del arte, la cuna del caballo, la luz de Occidente, la noche de los tiempos, la niña bonita de Roma, el nudo logístico... y tantas otras leyendas bajo la capa romeriana que todo lo tapa. Hemos contado hasta el hartazgo una ciudad virtual que nunca existiría, pecando de incautos .

Se ha triturado dinero y energías de todos al tiempo que nos entretenían con cruzadas políticas provechosas solo para supuestos mártires y prometedores dirigentes con aspiraciones. Unos huyeron de noche, otros despertaron demasiado tarde. Otros fueron, simplemente, incapaces. Sobre los ambiciosos planos hemos hecho trampas al solitario, zancadillas por debajo de la mesa e invitaciones a tahures para que desdibujaran a su antojo.

Y el tiempo ha ido pasando en el mismo bucle , con esa falsa sensación de movimiento del roedor circulando en la jaula hacia ninguna parte. Y la Gran Dama malquerida seguía instalada en el mismo punto de la tragicomedia. Los mismos asuntos, los mismos obstáculos, los mismos discursos, los mismos atajos, los mismos discretos de Pío Baroja . Una inercia cansina y asfixiante, desmotivadora e irreversible. Desacompasada a cualquier coyuntura. Crisis económicas al llevarnos el manjar a la boca. Siempre a contrapié.

Por todo ello, la llegada de la macrobase logística del Ejército de Tierra representa un «susto» maravilloso en la tediosa siesta de Córdoba. Rompe costuras, abre ventanas, derriba prejuicios, ata cabos sueltos y obliga a desempeñar otros roles perpetuados y ajenos a la incompetencia. El empaque del proyecto —pionero en España y el mundo— y la garantía sumarísima de su titular trasladan la certeza de que estamos ante una hoja de ruta hacia un nuevo tiempo. La infraestructura militar irradia, además de riqueza, empleo y un escaparate tecnológico e internacional, oportunidades complementarias mil sobre la fiabilidad de sus mentores —esta industria no se deslocaliza—. Obliga a estar a la altura y comprometerse de verdad . Es el momento de repensar la ciudad ahora que el destino nos brinda un rumbo que vivía escondido en las entretelas de la Gran Dama malquerida.

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