Pretérito Imperfecto

Autotest

¿Podremos salvar la economía navideña si las cuarentenas en casa por contagios de síntomas leves nos obligan a parar...?

Autocovid situado en el centro de salud Carlos Castilla del Pino Valerio Merino
Francisco Poyato

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La Junta de Andalucía ha logrado, al fin, que los jueces -las nuevas autoridades sanitarias por desahogo de Sánchez- validen el uso del pasaporte Covid en el acceso a la hostelería. La epidemiología por barrios y según qué corrientes judiciales, oiga. Como si sus señorías tuvieran que esperar a que los neumólogos les validaran las sentencias. Así estamos.

El filtro de la vacuna ofrece garantías testadas a los usuarios de bares, restaurantes y ocio nocturno en un momento en que la sexta ola empuja de lo lindo. Y los niños han empezado una especie de carrera contra el reloj para llegar a la cena de Nochebuena con la primera dosis puesta, por si acaso, y los abuelos algo más pertrechados. Nadie discute -o quien lo haga no quiere ver la tozuda realidad- la peligrosa rienda de aquellos que han elegido libremente no inocularse , apelando a su derecho ‘derechísimo’ individual...de fastidiar al resto -si sólo fuera a ellos-, frente a los que decidieron ponerse ambas dosis o incluso la tercera por el momento.

El Gobierno andaluz entiende que ese cortafuegos del certificado evita nuevas restricciones de aforos, horarios y movilidad amén del uso obligatorio de mascarillas en exteriores , si bien esta última cuestión la ha solicitado al Gobierno para su retorno. En suma, no anular la economía navideña, crucial para el comercio, la hostelería o el turismo, que hace mes y medio se las prometían felices y ahora hacen equilibrio con las reservas y los pedidos de ida y vuelta. La repetidísima normalidad que no llega.

Sin embargo, la explosión de contagios a la que estamos asistiendo, por muchos paños fríos que le quieran poner, mengua esa salvaguarda para los negocios. De acuerdo que no cabe otro enfoque que adaptarse a vivir con la pandemia, porque no no podemos parar en seco de nuevo, pero la incidencia se multiplica y los positivos vacunados caen como moscas aunque sea con una sintomatología leve.

Ahora bien, ¿cómo podremos salvar una economía navideña, entonces, si las cuarentenas en casa por estos leves contagios que obligan a pararse se están disparando...? ¿Quién va a ir a comer, comprar o dar paseos nostálgicos en semejante contexto? Claro que luego están también aquellos que persisten en llevar el virus de manera sigilosa y sumergida por doquier bajo la excusa de un resfriado común jugando a la ruleta rusa...

La inquietud es tal que los autotest de las farmacias escasean y empujan el precio al alza. La preocupación ya se escribe con borrones en los dietarios de reservas. Los viajes se aplazan y las largas reuniones familiares se están postergando ‘sine die’. Las calles se han vuelto a llenar de mascarillas y ojito con las bullas en la escalera mecánica, las tiendas pequeñas o el ascensor. ¿Es suficiente, pues, fijar como medida salvadora el certificado Covid en la hostelería para restringir el paso a los mismos vacunados que nos estamos contagiando Dios sabe dónde...? El miedo retrae y provoca más daños que cualquier medida siniestra. Ese ha sido el otro gran desahogo de Sánchez, dejarnos la patata caliente a todos en la mesa .

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