Pretérito imperfecto
21 deseos
Queridas Majestades, que los vientos de Córdoba lleven estos 21 deseos a buen puerto... alguna vez
Leeré los versos de Cántico en la Biblioteca que llenó de cemento el rosal de los Jardines de la Agricultura, que aún cultiva la espera de los años. El empeño de la vicepresidenta olvidó el «alma de las rosas», por eso nos devuelve a Ricardo Molina, Pablo García Baena o Ginés Liébana como un poema de desagravio. Visitaré el Salón Rico de Medina Azahara para sentir el respeto de aquellos embajadores que presentaban sus credenciales ante el poder de la «Ciudad de la Luz». Las tapias darán paso a los atauriques y las noches volverán a alumbrar el esplendor perdido. Acudiré, solícito, al desfile de congresistas y feriantes que nutrirán el cuerpo inerte del centro de exposiciones, ferias y convenciones . Un invento de dos décadas, tiempo y dinero irrecuperable. Dejaré de mirar a la Córdoba de Claudio Marcelo y las columnas de su templo como un museo de desdichas y maleza creciente que oculta el despropósito. Gatos y ruina. Encontraré el norte que perdió una ronda grandilocuente que acabó troceada en tramos que parecen imposibles. Perderé mañanas en el Patriarca o en el Levante verde del parque de los mil árboles . Lustros después de que nos lo pintaran como el pulmón que tanta falta nos hace ahora. Y me sentaré a la mesa de nuevos creadores de la gastronomía, forjados en la escuela hostelera perdida que enfría tan buenos ingredientes como los que se cuecen en la Córdoba gurmé. Terminaré de ver encauzada la Ronda del Marrubial , extramuros de la vieja Ajerquía despoblada, o el pórtico plateresco de la casa de los Páez sobre la cavea milenaria. El interminable museo que no puede brillar por la falta de espacio que conquistará el escueto Bellas Artes.
No tendré que esperar casi hacinado para poner una denuncia en Campo Madre de Dios, porque podré soñar con la ultramoderna comisaría que Interior está diseñando en la Fuensanta a la par que Defensa, veinte años después -casi lo mismo que el cuartel de Loyola en el País Vasco-, nos dejará las llaves de Caballerizas Reales para que disfrutemos del Centro Internacional del Caballo. Jugaré con los pequeños en la remozada Ciudad de los Niños o podremos regocijarnos de nuestra historia en el convento de Regina , otro nuevo equipamiento patrimonial que descubriremos en ese costado de la zona histórica sin más demoras ni contratiempos. Me quedaré embobado con los cangilones de la noria de la Albolafia , que será el atractivo novedoso de un río vivaracho entre el bosque frondoso que lo esconde; y sin quitar un ojo al río Grande, cruzaré el vuelo de Ibn Firnás hacia el final de la Variante Oeste que será una realidad, porque el Gobierno entenderá que los afanes logísticos de la vieja Córdoba -que se llevará la macrobase militar logística- requieren un espaldarazo de 2,5 kilómetros. Aunque ya podré subir al Cercanías en la nueva estación de Valdeolleros para que me deje en El Higuerón, convertido en el paraíso de las mercancías. Y veré cómo la maquinaria del Ayuntamiento va a toda velocidad para sacar adelante obras y un presupuesto que se aprobará en un santiamén.
Queridas Majestades, que los vientos de Córdoba lleven estos 21 deseos a buen puerto ... alguna vez.
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